Perfil del cuidador informal del adulto mayor: un estudio comparativo entre Puerto Rico, México y Colombia

46 pontificia universidad católica de puerto rico que más de la mitad de los participantes no presentaba enfermedades crónicas. Apuntan a que esto podría deberse a que los cuidadores jóvenes sustituyeron a aquellos cuidadores con enfermedades crónicas porque se encontraban en riesgo. A consecuencia del COVID-19 y similar a lo antes expuesto, un estudio de Hurtado (2021) tuvo como propósito identificar la pertinencia de revisar el impacto psicosocial y las propuestas de intervención para apoyar las necesidades específicas de los cuidadores informales. La literatura señala que, en México, el 41% de los adultos mayores de 60 años fueron atendidos por un cuidador informal durante la pandemia COVID-19. Los autores resaltaron que el sexo femenino es el perfil representativo del cuidador informal en México: de cincuenta años, hija o cónyuge del dependiente, que dedica 14 horas diarias a la atención y cuidado. A su vez, destacan que la ayuda que brindan es una intensa y constante, la cual sobrepasa sus capacidades físicas y mentales. Continuando la línea de lo expuesto anteriormente, el cuidado del adulto mayor requiere tiempo, conocimiento, fortaleza física y emocional. Este tipo de cuidado conlleva responsabilidades que en ocasiones limitan al cuidador para cumplir sus propias motivaciones y metas. El estudio de Félix et al. (2013) tuvo como objetivo establecer asociación de la autopercepción en dimensiones de bienestar y características de cuidadores. Los autores señalan que la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social y toda persona tiene derecho a experimentar ese ambiente adecuado. En el estudio participaron 300 cuidadores principales de un adulto mayor con dependencia, mayores de 18 años, con más de seis meses de manera continua en el cuidado, y que no recibían paga. Los resultados indicaron que el mayor porcentaje fueron mujeres en etapa media de la vida o próximas a la etapa de adultez mayor, casadas o en unión libre, con bajo nivel de escolaridad, con labores del hogar, sin actividad productiva e ingresos limitados. Los autores resaltan que la etapa media de la vida en la que se encuentran las cuidadoras conlleva cambios biológicos, psicológicos y sociales que ameritan autocuidado, el cual postergan por el cuidado del adulto mayor. Sin embargo, estas muestran mayor satisfacción al cumplir el deber y brindan cuidados con un sentido de compromiso y responsabilidad aun cuando la dependencia es progresiva y requiere mayor tiempo, dinero y esfuerzo.

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