La pobreza en Puerto Rico: estadísticas, políticas públicas e impacto en la vida de los ciudadanos, una mirada desde la Doctrina Social de la Iglesia

cuaderno de investigación social y económica pontificia universidad católica de puerto rico 20 Como se infiere del cuadro anterior la mayoría de las personas empleadas en Puerto Rico en enero de 2013 tenía una educación igual o mayor al cuarto año de escuela superior. Más de la mitad de las personas que trabajan en la isla posee un grado superior al de escuela superior. En contraste, al analizar los datos del Negociado del Censo de los Estados Unidos (U.S. Census Bureau, 2011g) respecto del grado académico más alto de los habitantes de la isla mayores de 25 años de edad se observa que: un 18.9% de esta población tenía menos de un noveno grado aprobado, el 10% había cursado entre noveno y duodécimo, pero no se había graduado de escuela superior. De otra parte, el 26.5% se había graduado de escuela superior o había obtenido un diploma de equivalencia de escuela superior. El 12.5% había comenzado la universidad, pero no la había terminado, el 8.8% había aprobado un Grado Asociado, el 17% poseía un Bachillerato y el 6.3% había obtenido un título superior al Bachillerato (U.S. Census Bureau, 2011g). Paralelamente, una tabla presentada por Colón (Colón Reyes, 2011) en la que se desglosan las características educativas de las personas que recibieron beneficios del Programa de Asistencia Nutricional (PAN) enPuertoRico durante el 2008 revela que el 41.5%de los adultos que recibía beneficios de dicho programa poseían un nivel educativo inferior o igual al cuarto año de escuela superior. El 0.4% poseía un grado universitario, el 4.7% tenía estudios universitarios, pero no había alcanzado un grado, el 2.7% eran estudiantes universitarios, el 0.4% tenía estudios técnicos o vocacionales y el 35.8% eran niños. El resto de los participantes no indicó su nivel educativo (p.170). Los datos presentados en este apartado esbozan lo que pudiera ser un estudio más profundo y adecuado de la relación entre las variables nivel de escolaridad o grado académico, pobreza y dependencia. Tales fines rebasan, sin embargo, los límites de este trabajo. Con todo, las cifras anteriormente presentadas parecerían apuntar al hecho de que, una de las formas de combatir la pobreza y la dependencia económica en nuestro país, es proveer una educación universitaria accesible, pertinente y de gran calidad al mayor número de personas posible. Así se logrará su empleabilidad y posibilitaría el que se mantuvieran fuera de la pobreza. Esto, sin embargo, requerirá también de ajustes en otras áreas de politica pública. Los obispos puertorriqueños, en el 1989, sostuvieron que: La justicia social parte del supuesto del destino universal de los bienes; del derecho que asiste a cada hombre a participar en la posesión y el uso de los mismos conforme a los propios méritos y necesidades. Y hay necesidades fundamentales, derechos sagrados e imprescriptibles que exigen bienes o recursos materiales para su alivio y satisfacción. No será superfluo

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