La pobreza en Puerto Rico: estadísticas, políticas públicas e impacto en la vida de los ciudadanos, una mirada desde la Doctrina Social de la Iglesia
la pobreza en puerto rico: estadísticas, políticas públicas e impacto en la vida de los ciudadanos, una mirada desde la doctrina social de la iglesia 7 retraso y es, precisamente en esta zona geopolítica, donde vive la mayor parte de la humanidad” (Núm. 14). En esa misma dirección abundaba el Papa cuando señalaba: “Al mirar la gama de los diversos sectores de producción y distribución de alimentos, higiene, salud y vivienda, disponibilidad de agua potable, condiciones de trabajo, (en especial el femenino) duración de la vida y otros indicadores económicos y sociales, el cuadro general resulta desolador, bien considerándolo en sí mismo, bien en relación con los datos correspondientes de los países desarrollados del mundo. La palabra ‘abismo’ vuelve a los labios espontánemente” (Núm. 14). Aunque el enfoque de la pobreza que se hace en la carta encíclica es entre los países ricos y pobres, se observa claramente la preocupación del Papa por la pobreza y la desigualdad. También, en la Sollicitudo Rei Sociallis , Juan Pablo II indica “…una vez más el principio peculiar de la doctrina cristiana, los bienes de este mundo están originariamente destinados a todos. El derecho a la propiedad privada es válido y necesario, pero no anula el valor de tal principio. En efecto, sobre ella grava una hipoteca social, es decir, posee como cualidad intrínseca, una función social fundada y justificada precisamente sobre el principio del destino universal de los bienes” (Núm. 42). De igual forma, hace un llamado a la acción al puntualizar que “Esta preocupación acuciante por los pobres -que, según la signficativa fórmula, son ‘los pobres del Señor’- debe traducirse, a todos los niveles, en acciones concretas hasta alcanzar decididamente algunas reformas necesarias” (Núm. 42). Esta línea de argumentación es seguida también por S.S. el Papa Benedicto XVI en la Carta Encíclica Caritas in Veritate (Benedicto XVI, 2009). En el mencionado documento, el Santo Padre planteaba: “La riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades. En los países ricos, nuevas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas. En las zonas más pobres, algunos grupos gozan de un tipo de superdesarrollo derrochador y consumista que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora. Se sigue produciendo el escándalo de las disparidades hirientes” (Núm. 22). Recientemente, el Santo Padre Francisco en un discurso en el Congreso Internacional de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice (Papa Francisco, 2013a) vincula el fenómeno del desempleo con la pobreza. Sobre el particular plantea que: Es un fenómeno el del desempleo -de la falta y de la pérdida de trabajo- que está cundiendo como mancha de aceite en amplias zonas de Occidente y está extendiendo de modo preocupante los confines de la pobreza. Y no existe peor pobreza material, me urge subrayarlo, que la que no permite ganarse el pan y priva
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