Presentación de las Actas del III Congreso Internacional de Mística
15 comentarios-presentación de las actas del iii congreso internacional de mística ¿dónde está dios hoy? el fenómeno místico como experiencia vivencial de dios necesario precisamente cultivar las virtudes, a las que se llega por la práctica continua del bien. “Se debe cultivar, sobre todo, la humildad, compañera inseparable del amor y del desasimiento de lo creado” (114). Ahora, un paréntesis importante. Con toda la admiración y respeto que el autor deja ver por la santa abulense, no pierde la objetividad ante ella y expresa su sentir crítico: Darle jaque mate a Dios son palabras mayores, hipérbole sacroprofana que pareciera subvertir el equilibrio funambulesco de la economía salvífica en una clave cuasi pelagiana… esta figura lúdica conjura a un Dios tan solícito que el amor de sus criaturas lo derrota y avasalla. El atrevimiento de Teresa, repito, es inusual y arriesgado. (116) Por el contrario, se refiere a la poeta mística Hadewijch de Amberes, siglo XIII quien reconoce que ve a un Dios ajedrecista como un Dios-Amor “que se yergue victorioso en el tablero del Amor, dándole jaque mate” y en un poema termina con el verso “Me diste jaque mate y me has vencido ” (116 ). Es decir, lo contrario de santa Teresa, destaca Girón Negrón. Y añade que, en el sufismo persa, el contemplativo “es un jugador inferior en manos de su Amado, el ajedrecista invicto” ( idem ) . Y el poeta, también del siglo XIII, Jacopone Todi “hace de Dios un ajedrecista que, al hacerse hombre, derrota al diablo con su humildad y le da jaque mate con su pobreza” (118). Volviendo a santa Teresa y su temeraria insinuación “de que a Dios pudiera acorralársele con un mate trascendental” (121) encamina a sus monjas a cultivar la inteligencia estratégica para aplicarla a la oración, como hace el ajedrecista para derrotar al rey. Varios siglos antes de Teresa, san Pedro Damián, siglo XI, y san Bernardo de Claraval, siglo XI al XII, por motivos distintos promulgaron, sin éxito, la prohibición del ajedrez para los religiosos. Pero, por el contrario, santos como Thomas Beckett, san Francisco Javier,
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