Presentación de las Actas del III Congreso Internacional de Mística

8 pontificia universidad católica de puerto rico En Moisés, en la narración del Éxodo, este ve un arbusto ardiendo y oye una voz que menciona su nombre y que se identifica como el Dios de sus padres Abraham, Isaac y Jacob (53). El autor Martínez Rivera señala que “el evento místico está centrado en una experiencia visual [aunque no es a Dios al que ve sino el arbusto ardiendo] y auditiva” (54). En Isaías se experimenta una visión del Señor sentado en su trono y que también le habla para enviarlo en una misión para proclamar un oráculo de condenación. Isaías acepta, a pesar de su autoimagen culposa y pecadora, que le hace sentir inmerecedor de la confianza del Señor. En el Nuevo Testamento destaca Martínez experiencias místicas de Jesús, aunque parezca extraño para algunos. Y las de Pablo, como en el suceso de Damasco. Jesús tuvo una experiencia visionaria durante el bautismo en el Jordán, oye la voz divina que lo interpela “Tú eres mi hijo amado; en ti me complazco”. Al mismo tiempo que el Espíritu se posa en él en forma de paloma. Así, agrega el autor, “bajo un lenguaje ornamentado (se expresa) una profunda experiencia religiosa” (56) o mística trascendental. Culmina su exposición el autor con la narración de Los hechos de los apóstoles, en la que Pablo tiene una visión de una luz del cielo que lo envolvió y escucha una voz que lo llamó por su nombre expresando su pesar por la persecución ominosa de Pablo con los cristianos. Esta narración, por dramática, y tan conocida, es sin duda una extraordinaria experiencia mística transformante, puesto que Pablo se convierte, de un perseguidor, en uno de los más grandes defensores y luchadores para proclamar el mensaje de Jesús. ¿Dónde está Dios? Se pregunta Martínez, y su respuesta es “Dios sigue irrumpiendo en la historia… Las experiencias místicas son raras, pero la presencia de Dios es permanente” (61).

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