Resumen de la Historia de la Iglesia en Puerto Rico y esbozo de las historias diocesanas

13 resumen de la historia de la iglesia en puerto rico y esbozo de las historias diocesanas la élite política criolla semantuvo distante de la Iglesia. Pero no podemos dejar de señalar el papel que desempeñó la creación del Seminario Conciliar en San Juan en el cual estudiaron muchos de los más insignes jóvenes puertorriqueños, tanto del clero, como de la sociedad civil. En el siglo XIX, al decir de un compañero historiador se colonizó el área central montañosa de la Isla. Se fundaron muchos pueblos promovido esto por el auge de la producción cafetalera y tabacalera. En cada uno de estos núcleos poblacionales la Iglesia se erguía como institución de importancia central en la fisonomía urbana. Los libros parroquiales de entierro así como las cartas a los curas párrocos reflejan diáfanamente el aspecto de la criminalidad en la Isla. Si bien no brindan una información vasta para hacer un estudio científico sobre la criminalidad en la Isla, los mismos arrojan luz sobre delitos más frecuentes que se cometían en el Puerto Rico del siglo XIX. La Iglesia Católica local sufrió un gran impacto con la invasión norteamericana de 1898. Uno de los primeros decretos del gobierno militar norteamericano fue la separación de Iglesia y Estado, así quedó la Iglesia sin ningún ingreso formal puesto que el sistema español canalizaba las aportaciones de la población a través del gobierno. Muchas autoridades políticas estatales y locales consideraron las antiguas propiedades de la Iglesia como posesiones del gobierno por entender que habían sido costeadas con dinero del gobierno. Se confiscaron propiedades de la Iglesia incluyendo casas parroquiales. Como resultado de importantes procesos jurídicos, la Iglesia recuperó sus propiedades. Comenzó también el período de nombramientos de Obispos norteamericanos. Hubo otros hechos sin embargo, de mayor significado para la Iglesia y de repercusiones pastorales y doctrinales mayores. Muchos sacerdotes, religiosos y religiosas peninsulares dejaron la Isla y se marcharon a España. Instituciones educativas y benéficas importantes cerraron. La feligresía carecía aún más de pastores que les enseñaran la doctrina y les administraran

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