Resumen de la Historia de la Iglesia en Puerto Rico y esbozo de las historias diocesanas
9 resumen de la historia de la iglesia en puerto rico y esbozo de las historias diocesanas convertirse en pueblos. Tal es el caso del Partido de Coamo del cual se desprende en 1736, Guayama; 1776, Cayey; 1798 Juana Díaz. Luego se desprenderían Barranquitas y Aibonito hacia el inicio del siglo XIX. Esta misma realidad se dio en Guayama, en esos mismos años, donde el sector Patillas aglutinaba más población que el pueblo de Guayama y al oeste del pueblo, Arroyo se perfilaba como un barrio con muchas posibilidades de constituirse en parroquia y partido propio. Aunque el aumento de la población era la razón de mayor peso para la creación de una nueva parroquia o pueblo, los dos procesos se daban simultáneamente. En la mayoría de los casos, era la Iglesia la que congregaba a los vecinos y hacía posible la solicitud de segregación para una parroquia o partido nuevo. Este fue el caso de Yauco, fundado en 1756, pero cuyo proceso tuvo su origen el día de la Fiesta de Reyes cuando el pueblo, reunido para tal festividad, acordó nombrar un apoderado para que diera inicio a las gestiones de fundación en la década de 1740. Un Obispo de la diócesis dio un gran impulso al proceso cuando este se encontraba en aparente estancamiento. 13 Ese mismo proceso se dio con la fundación de Juana Díaz, Patillas, tal como se había dado en Cayey. El proceso era el siguiente: una o dos décadas antes, se construía una ermita; de la parroquia se enviaba un cura teniente a ofrecer misa una vez al mes, luego, cada quince días en la medida que la población aumentaba; más adelante comenzaban a bautizar en la ermita, comenzaban a casar y por último a enterrar. Así estaban sentadas las bases de la nueva parroquia. Se requería un número de 100 vecinos (familias) para autorizar la creación de la nueva parroquia. La iglesia fue el agente aglutinador y fundante de la inmensa mayoría de nuestros pueblos. El amancebamiento tenía unas repercusiones sociales y religiosas muy serias. Los hijos de estas uniones nacían o eran bautizados como hijos naturales, en otras palabras ilegítimos. Esta situación marginaba a los nacidos en esa condición de 13 Ibid, pp. 196 – 206.
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