El reto de educar para la vida moral

el reto de educar para la vida moral en sociedad 13 se ve como necesidad la recuperación y potenciación de los valores familiares. Sin embargo en la Conferencia de Pekin se desvió esa cuestión hacia la instrumentalización de la persona y en concreto de la mujer. Por otra parte, los ataques que sufre la familia desde el campo comercial, a través de los medios y la tendencia a considerar la familia como refugio de las nuevas generaciones y como foco de creación de amistad como hemos visto más arriba, hacen que sea necesario describir cuáles son los valores propios de la familia y cultivarlos en un ambiente humanista y social. La familia ha de crear unas relaciones sociales basadas en la gratuidad, en la vocación y en el servicio desinteresado. Es la familia la única institución que de forma natural puede potenciar estos tres elementos y valores. Desde aquí la familia ha de conver-tirse en la primera escuela de educación moral y de convivencia social. El que aprende a convivir bien en la familia, aprende a convivir en la sociedad. En la familia comprometida se educa para la libertad eliminando las diferencias y las manipulaciones. Se educa para la solidaridad humana y en el respeto profundo en la igualdad y dignidad de todas las personas. Se educa para el desarrollo de los valores personales y humanos: la veracidad, la justicia, la honestidad, el diálogo, la amistad, la alegría, el compromiso. 9 o . La unidad del tener y del ser El hombre total, cuerpo y alma, está comprometido en el desarrollo y en su perfección. Esta perfección lo es si está en proyecto el hombre total, el tener y el ser. Pero el tener al servicio del ser. El verdadero desarrollo no puede consistir en una mera acumulación de riquezas. En este caso el ser está sumiso al tener, y la ciencia y el progreso del hombre se convierten en su propio y único interés. El materialismo craso (SRS 28) es el peor efecto de este servilismo económico. Como afirma Juan Pablo II son relativamente pocos los que poseen mucho y muchos los que no poseen casi nada (SRS 28). El tener contiene sentido cuando está al servicio de la maduración y del enriquecimiento del ser y de la realización de la vocación humana.

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