Revista Horizontes: primavera/otoño 2010 | Año LIII Nums. 102-103

14 22. Teoría del olvido . Carta-Prólogo de Margot Arce de Vázquez. Río Piedras, P.R.: Junta Editora Universidad de Puerto Rico, 1944. ANÁLISIS DEL PERSONAJE PRINCIPAL TULIO ARCOS EN LA NOVELA SANGRE PATRICIA , DE MANUEL DÍAZ RODRÍGUEZ Prof. Juan R. Gerena Ortiz Universidad del Turabo En Sangre patricia 1 (1902), la segunda novela del venezolano Manuel Díaz Rodríguez (1871-1927), y considerada por muchos estudiosos como su obra maestra (así Acevedo 2002; Alegría 1986; Shimose 1999; Torres-Ríoseco 1965; implícitamente Arrom 1963; Henríquez 1962; Lazo 1967) 2 , aparece un personaje complejo: Tulio Arcos. Éste es un joven criollo venezolano de abolengo quien, luego de su exilio político en París y su fracaso como rebelde político, llama a su novia Belén Montenegro -con quien, según Díaz Rodríguez, se había “casado por poder ” (p. 164) [cursivas en el original]-, quien vive en Venezuela, para casarse allí. Sin embargo, se interrumpen los planes de la boda con el fallecimiento de la joven, y Tulio se siente temeroso por esa muerte, al ahogarse en el mar, rumbo a Francia. Enterado de la tragedia, Tulio padecerá una extraña enfermedad y le perseguirá la visión de su amada en el mar, aunque viaja por Europa para olvidar a Belén 3 (véase Díaz Rodríguez 1982) en el mar, rumbo a Francia. Vuelve a Venezuela y se echa al mar para reunirse con su amada muerta (pp. 229-34). Según la forma en que aparece Tulio en el discurso de Sangre patricia , y siguiendo a Luis Díaz Márquez en su libro, Teoría del Género Literario (1984) -que, a su vez, sigue, en este aspecto, y en el próximo párrafo de nuestro trabajo, a la 1 Manuel Díaz Rodríguez, (1982), Narrativa y ensayo , vol. 86 de Biblioteca Ayacucho , selec. y pról. de Osvaldo Araujo, cronología de Beatriz Medina (Caracas: Biblioteca Ayacucho), esp. pp. 163-234. La primera novela de Díaz Rodríguez fue Ídolos rotos (1901), o sea, alrededor de un año antes que Sangre patricia . Como fuere, ambas novelas se escribieron tardíamente en el modernismo (postmodernismo). 2 Sin embargo, Giuseppe Bellini ([1986], Historia de la literatura hispanoamericana [Madrid: Editorial Castalia], p. 340) considera que la obra maestra de Díaz Rodríguez es su tercera novela, Peregrina o El pozo encantado (1922). 3 En este dilema por intentar olvidar a Belén, Josefina Berrizbeitia (“Realismo, naturalismo y decadentismo: categorías problemáticas en la modernidad venezolana”, Iberoamericana 7. 26 [2007]: 29-43, esp. p. 35) califica a Tulio como un “personaje hamletiano”. crítica tradicional, Tulio es un personaje 4 dinámico, porque, según Díaz Rodríguez, pasa de ser uno con “entusiasmo” (p. 164) por estar a punto de casarse hasta llegar a constituirse en uno con “terror” (p. 213) por su nerviosismo al soñar con su amada fallecida. Si volvemos a seguir el modelo de Díaz Márquez, Tulio constituye un personaje denso porque “suele tener atributos contradictorios” (p. 169) como, p. ej., que aparenta serenidad y, por lo tanto, le niega al médico y amigo, Ocampo, que está nervioso (Díaz Rodríguez 1982), preguntándose a qué habrían llegado ambos a ver a Alejandro Martí tocar el piano y, contradictoriamente, a su vez, escuchar “tantos disparates” (p. 212) de este último. Asimismo, está la relación del Tulio con el conflicto de la novela - la angustia que le provoca al protagonista los numerosos sueños de su amada fallecida, que no lo dejan dormir a aquél -. También, tenemos la complejidad de Tulio que se manifiesta en su transformación de pasar de ser un personaje entusiasmado con la idea de casarse con Belén hasta llegar a ser uno temeroso por su nerviosismo al soñar con su amada fallecida. Respecto a la aplicación del concepto de la crítica tradicional sobre la “caracterización” de Tulio, podemos decir que ésta es directa en algunos pasajes de la novela, porque el narrador nos informa cómo es ese protagonista, p. ej., en las siguientes palabras: “Porque no en balde aquel segundón andaluz, tronco originario de la familia, venido a tierras de América, se puso a dar flores” (p. 168). Hay caracterización indirecta cuando, como en el siguiente ejemplo que aparece antes de la cita dada anteriormente, el mismo Tulio se describe a sí mismo: '“Un Tulio Arcos no podía quedarse viendo correr la vida como se queda viendo pasar el agua del torrente un soñador o un idiota”' ( Ibid ).Por otro lado, sigo a A. J. Greimas ( Semiótica estructural 1971) y a Díaz Márquez ( Teoría del Género Literario 1984), digo que Tulio posee una relación de comunicación con Ocampo a quien, como mencioné arriba, le pregunta nervioso –y confidencialmente- a qué habrían llegado ambos a ver a Martí tocar el piano y oír decir muchísimos disparates. Si regresamos al modelo de Greimas ( Semiótica estructural 1971) y Díaz Márquez, Tulio posee también una relación de participación -que, según “la regla de oposición”, esa relación suele encontrar obstáculo de parte de un antagonista- porque quiere ir a buscar a Belén, pero Díaz Rodríguez menciona que Ocampo le propone a aquél a volver “a la corriente de la raza” o resignarse “a perecer en la degeneración” (pp. 203, 204, respectivamente; cf. Berrizbeitia 4 Así también lo llamarán, p. ej., Mieke Bal ([1998], Teoría de la narrativa [Una introducción a la narratología] , trad. Javier Franco [Madrid: Ediciones Cátedra], p. 87) y María del C. Boves Naves ([1984], La novela , vol. 16 de Teoría de la literatura y literatura comparada , Dir. Miguel A. Garrido [Madrid: Editorial Síntesis], p. 146). Otros teóricos como A. J. Greimas ([1971], Semiótica estructural: Investigaciones metodológicas , trad. Alfonso de la Fuente [Madrid: Editorial Gredos], p. 283) lo llamará “actante”.

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