Revista Horizontes: primavera/otoño 2010 | Año LIII Nums. 102-103

3 HACIA UN CONCEPTO DE LA LITERATURA ANTILLANA: CUBA, REPÚBLICA DOMINICANA Y PUERTO RICO Este artículo corresponde al primer capítulo del libro: Historia crítica de la literatura antillana , en preparación. Estela García Cabrera Directora Revista Horizontes (1995-2010) Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico ¿A qué llamamos literatura antillana? ¿Existe, realmente, un concepto de literatura antillana dentro del marco general de la literatura iberoamericana? ¿Qué distingue a la literatura del Caribe hispánico y qué la une a la literatura del resto de Iberoamérica? Infinidad de preguntas. Infinidad de respuestas. Tratemos de simplificar. Llamamos literatura antillana al conjunto de obras literarias que nace y se escribe en las islas que conforman el Caribe hispánico: Cuba, República Dominicana y Puerto Rico; obras inmersas en la realidad geográfica, política, económica, social, histórica y cultural de las tres islas mayores del archipiélago antillano. Cuba, la República Dominicana y Puerto Rico, poseen un denominador común: son islas enclavadas a la entrada del Golfo de México, lo que les confirió, por siglos, una posición geográfica estratégica, realidad que las convirtió en objetos codiciados por las grandes potencias extranjeras: España, Inglaterra, Francia, Portugal, Holanda y los Estados Unidos de América. En segundo lugar, las Antillas fueron tierras conquistadas y colonizadas por España, dato que les confiere una base cultural hispánica y una lengua común, el español, lo que las aparta del resto de las islas del Caribe. En tercer lugar, Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana son depositarias de un sustrato indígena similar, pues fueron habitadas por los indios taínos, sus pueblos de origen y sobre las tres islas pesa la amarga realidad de la esclavitud. Por estas y otras muchas razones que más adelante ampliaremos, nos pronunciamos a favor de la existencia de una literatura antillana, literatura con características muy propias dentro del marco general y aglutinante de la literatura iberoamericana y que esta literatura antillana posee un sello característico profundamente marcado por situaciones históricas, políticas, económicas, culturales, lingüísticas, que le confieren un capítulo aparte en el estudio de las letras iberoamericanas. España trasplanta su lengua, su religión, su cultura, sus patrones socio-económicos y jurídicos al Nuevo Mundo durante el período de descubrimiento, conquista y colonización de América. Son las Antillas las primeras tierras descubiertas por el español aventurero que se lanza a lo desconocido a través del océano. La isla de La Española, hoy, territorio compartido entre la República Dominicana y Haití, y Cuba, se interpusieron en el camino de las naos colombinas en 1492; Borikén, hoy Puerto Rico, en 1493 y con Las Antillas concluye la presencia del Imperio Español en América, cuando en 1898, y como desenlace de la Guerra Hispanoamericana, España le cede a los Estados Unidos de Norteamérica las islas de Cuba y Puerto Rico. Esta realidad histórica, que convirtió al Mar Caribe en la ruta obligada hacia las diferentes partes del Nuevo Mundo, llevó a Germán Arciniegas a establecer un paralelo entre el Mar Mediterráneo y el Mar Caribe. Una vez arriban al Nuevo Mundo las naves españolas, el Caribe se convierte en “cruce de todos los caminos” (Arciniegas, Biografía del Caribe , 1973, p.21). Este es el motivo principal por el cual, el Caribe, con toda su realidad circundante, siempre ha encontrado eco en la literatura de las tres islas. Novelas como El siglo de las luces , y El reino de este mundo , de Alejo Carpentier, así como Contrabando , del cubano Enrique Serpa; cuentos como los que conforman los libros: La muchacha de la Guaira , del dominicano Juan Bosch, Paso de los vientos , del cubano Antonio Benítez Rojo y Encancaranublado y otros cuentos de naufragio , de la puertorriqueña Ana Lydia Vega; poemas como “Mare nostrum” y “Canción de las Antillas”, del puertorriqueño Luis Lloréns Torres, y “ Hay un país en el mundo ”, del dominicano Pedro Mir, ponen de manifiesto la presencia física del Caribe en la literatura de las islas. A diferencia de lo sucedido en España donde la Revolución Francesa de 1789 no pudo florecer, en el Caribe inquietó y echó sólidas y profundas raíces. De acuerdo con José L. Franco en su libro, Revoluciones y conflictos internacionales en el Caribe , fue Víctor Hughes, comisionado revolucionario francés, enigmático personaje que Alejo Carpentier recrea en su novela El siglo de las luces , el hombre que contribuyó a desarrollar en el “Mediterráneo americano”, la batalla contra la explotación, los abusos, los atropellos y las injusticias que cometieron las autoridades coloniales europeas en tierras antillanas. Brescia, Pablo, Cámara, Madeline y Ramírez Wohlmuth, Sonia. Introducción a Hispanoamérica: Cinco siglos de impresiones, imágenes, voces. Reproducido de http://chuma.cas.usf.edu/ ~swohlmut/hispanoam/geo_ej3a.htm Si bien los pueblos que conforman el Caribe hispánico han vivido siempre, unos de espalda a los otros, ajenos a su

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