Revista Horizontes: primavera/otoño 2013 | Año LVI-LIX Núms. 108-115
novelas Sintigo (1985) y El irresistible mundo de Benedicto (2010), el relato que ocupará nuestra reacción. La novela cuenta con diez capítulos que recogen la historia de Guayanilla desde el tiempo de la esclavitud en el siglo XIX hasta el inicio del complejo petroquímico a mediados del siglo XX. El trasfondo histórico alude a la fundación del pueblo, el legado de doscientos pesos de don Narciso Valdés para la construcción de la Iglesia de la Concepción (p. 59), la llegada de los americanos, la supresión del municipio de Guayanilla y su anexión a Ponce de 1902 a 1905 (p.136), y la construcción de la refinería de petróleo (p.195-196), lo que nos ubica en 1954 cuando la Compañía Lumus construyó la misma. Guayanilla fue un mediano productor de azúcar en el siglo XIX. En gran medida, la sangre esclava africana fue responsable de este renglón económico. Durante la primera mitad del siglo XX la industria del azúcar fue la principal proveedora de empleos. El municipio contaba con dos centrales: Rufina, fundada en 1901, y San Francisco, fundada en 1913. En la novela, el autor toma prestado el nombre de la Central Reparada, que pertenece a la realidad ponceña. Eugenio Semidei, de ascendencia corsa, desarrolló un trapiche en su hacienda María Victoria y luego fundó la Central Reparada. Fue aglutinando grandes cantidades de tierra dedicadas a la caña de azúcar. También diversificó con otros negocios: la esclavitud y el contrabando bajo tiempos de España. Luego se alió con los americanos para seguir contrabandeando. Los negocios ilícitos permiten que no caiga el poder de los Semidei. Salomé Conejo, tía-abuela de los nietos Semidei-Conejo se convirtió en banquera del juego ilegal de la bolita. El gusto por la ilegalidad le había llevado previamente a ser corteja de su cuñado Eugenio III Semidei. La novela traza la vida de los Semidey enlazando la opulencia con la desgracia: Pedro Semidey se suicidó en Ventana, luego de dar un braguetazo (p.47); su madre María Victoria Biaggi de Semidei se volvió loca; Francisco Semidei dio rienda suelta a su vida homosexual, aunque vivió toda la vida enamorado del cura Francisco Santano Gosi, todas las mujeres de los Semidei murieron de parto. Es, sin embargo, en torno del bisnieto bastardo del Semidei, Benedicto Estruc Semidei, residente del barrio Magas de Guayanilla (p.18) que gira la vida en el pueblo y en la novela. Es la cuarta generación y con sangre negra (p.82), quien sobresale por su inteligencia. Es el mismo Benedicto quien le dice al cura del pueblo: Los lugares los hace uno. Hay grandes ciudades llenas de gente insignificante y pequeños pueblos donde a veces nace una estrella. Eso lo sabe usted mejor que yo, porque conoce la historia del hijo del carpintero. (p.129). Benedicto es la conciencia del pueblo cuando reflexiona: En este pueblo perdido en los linderos olvidados del Caribe la ignorancia ha crecido silvestre (p.21). La toponimia de Guayanilla desfila por la novela: los barrios Magas, Jagua Pasto, Indios, Llano, Quebradas, Playa, Cedro, y los sectores Piedras Blancas, Los Sitios y Las Tumbas; la Calle Estación, el Caño de los Feos en las Magas Arriba, así como el paisaje playero de La Ventana. Afloran los apellidos de viejos hacendados: Saliva, Lucca, Santoni, Villoch, y otros presentes en la región Yauco- Guayanilla como Semidey, Pieretti, Blasini, Varón, Anavitate, Arena y Estruc. La familia Semidei se emparenta con los Biaggi, Conejo, Gosi y Yordán. Encontramos personajes reales transformados por licencia del autor: el barbero Vitingo -Víctor Golderos Pagán (1915-1972)-, -Raquel Sangre (Leonarda Raquel Milán (1921- 1992)-, la comadrona Casilda -Casilda Álvarez Padilla (1895- 1982)- y el carpintero Evangelista Torres Rodríguez, “Gelo Torres” (1897-1989), vecino de Piedras Blancas y quien hacía ataúdes (p. 97) y el reverendo protestante Ramón Gotay (p. 200) toma su nombre prestado al maestro de matemáticias de la escuela superior don Ramón Luis Gotay Arenas (1897-1998). Están presentes personajes folcklóricos, como la curandera María Granijea (p. 71) y Margarita, la espiritista que prepara pócimas para preñar (p. 58). Desfila la familia biológica del autor: su padre Tito Ramos (José Ramos Ruiz)(+1962), su madre Carmen (Carmen Escobar) (+1961), así como su hermano Jaime [Ruiz Escobar] y los amigos de juerga de este último; José Manuel [Torres Santiago] y Milton [Broco]. Alude al juez Crisóstomo (p.128). Este juez me recuerda al Lcdo. Juan Crisóstomo Santiago Matos (1914-2010), quien nació en Guayanilla. Fue, quien en junio de 1978, siendo Juez Superior de Caguas, concedió el primer divorcio por consentimiento mutuo en la historia judicial de Puerto Rico. 1 También están presentes personajes históricos como Manuel Rojas, de Lares (p.79); aparece así mismo una referencia al líder sindical, el gallego Santiago Iglesias, convertido en la novela en el asturiano Lorenzo Iglesia (p. 117) Los temas presentados nos recuerdan que no hay nada nuevo bajo el sol: violaciones, explotación obrera, prostitución, violencia doméstica, homosexualidad, hijos fuera de matrimonio, corrupción judicial, juegos ilícitos, avaricia, abuso del poder. El afán de superioridad de Semidei le lleva a expresar su grandeza: “el que más mea aquí soy yo” (p. 73). También se perfila un fino humorismo como cuando el personaje Benedicto tenía una audiencia privada con el alcalde y el consejo: pero el rumor se esparció y el lunes al mediodía ya había 200 personas arremolinadas en la plaza . (p. 20) La realidad supera la ficción. Comparto un ejemplo. El maestro Rafael M. Vivas envió cartas a todas las viudas y jamonas del pueblo de Guayanilla ofreciéndoles matrimonio. Le contestó 1 El Mundo ,”Primer divorcio por acuerdo mutuo”, junio de 1978, p. 7-B. horizontes@pucpr.edu Años LVI-LIX Núms. 108-115 Horizontes – primavera / otoño 2013-2016 80
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