Revista Horizontes: primavera/otoño 2013 | Año LVI-LIX Núms. 108-115

Cristina Santiago. Pautaron la boda para las cinco de la mañana del 21 de febrero de 1963 en la Iglesia Parroquial. Se corrió el rumor y a esa hora, ese día, había más de doscientas personas en la plaza. El nacionalismo vasco y el corso permean a través de la novela con sus alusiones a Euskal Herria (p. 49), al juego del frontón (p. 52) y a “!Corso e sempre corsu! (p.13). Se refleja el ser humano en sus sentimientos más bajos y en los más nobles. Muchos de estos personajes caribeños tienen un apetito sexual voraz: “apagan el fuego a punto de las doce”, como dice el refrán. Pedro Semidei fornicaba como un demente, era un ser absolutamente sexuado, un animal guiado únicamente por el olor en celo de las hembras (p. 45); no se salvó ni la yegua barcina (p. 42) Las salvajes acometidas de Eugenio Semidei II eran contra su esposa Reparada Conejo (p.110) y contra su cuñada Salomé Conejo. Renglón aparte merecen las fugas de Francisco Semidei. En la novela hubo varias zonas rojas regentadas por “Raquel Sangre”, apodo que nació porque les hacía creer a los hombres que eran tan potentes en la cama, que sangraban en cada penetración (p. 178). En este desfile de seres sexuados se cuela el panadero Tito Ramos con sus 33 hijos (p.153). La novela finaliza cuando Benedicto Estruc Semidei, luego de haber realizado varios viajes al espacio sideral -tres viajes a Marte- y haber regresado a su casita, se despierta y queda anonadado con la refinería. Era una “ciudad de espanto que vomitaba fuego por chimeneas que se perdían en las nubes de gases” (p. 212) Eran réplicas de las naves de Benedicto. Sus cohetes quedaron minimizados ante las chimeneas botafumeiros y torres de la refinería. En el mundo no había cabida para la imaginación. Hoy las ruinas del complejo petroquímico se han convertido en el Cementerio de Moscoso. Los azucareros Semidei tienen una referencia cercana con los azucareros Mercado, dueños de la Central Rufina. Así Eugenio Semidei III (Brother Semidei) montó el telescopio en el segundo piso de su mansión en Jagua Pasto y de esa forma podía conocer lo que sucedía en su hacienda sin tener que moverse de su casa (p. 24). Me recuerda el testimonio de mi señor padre. Cuando niño usaba los bateyes de la Rufina como campo de pelota. Desde el Castillo ubicado en el Peñoncillo, don Mario Mercado Riera usaba su catalejo para supervisar la fábrica y reprender a los niños que podían romper los ventanales de vidrio de la oficina. Igualmente, quiero consignar que Mario Mercado Parra, hijo del anterior y quien falleció trágicamente en Nueva York en 1952, era conocido por “Brother”. Desde el punto de corrientes literarias, en la novela están presentes y entrelazados el realismo mágico, lo real maravilloso y lo fantástico. La novela cautiva con los episodios fantásticos: nevó en Guayanilla (p. 66), enviaron un ataúd con la muerta por correo y la caja nunca llegó a su destino (p. 97); aparecen los muertos, así Cristina Biaggi le sigue el rastro a las palomas de su hija María Victoria (p.104), el cuerpo del padre Gosi se convirtió en una nube que cuatro querubines sostenían mientras cantaban una entrevesada melodía en hebreo (p. 120), las campanas de la iglesia repicaron sin que nadie las tocara (p.120), los gemelos Semidey desaparecieron con la descomunal creciente del río que arrasó con los rencores y agrias disputas de los gemelos (p.157), el río inundaba el pueblo con creciente de flores y llevaba el cuerpo de Ofelia (p.197). El tema de las inundaciones y los muertos se hizo realidad durante la tormenta Eloísa. El azucarero Mario Mercado Riera fue enterrado el día antes de la tormenta Eloísa, en 1975. Según vox populi era tan “afrentao”, que quiso llevarse a Guayanilla; por eso la debacle sufrida en la comarca. La novela no es fatalista; en el capítulo ocho recojo la frase” el pueblo volvió a ser pueblo después de la desgracia” (p.151). Las figuras literarias denotan uso y dominio del lenguaje: Caerá como chiringa sin hilo (p.12), una casa sin mujer es como un árbol machorro (p. 28.), las escasas nubes …parecían aleteos pasajeros de garzas celestes (p. 31), parecía que las termitas habían devorado la memoria (p. 35), empolvado y mugriento como payaso de circo (p. 43), la noche se abrió como una papaya celeste sobre los bailes tardíos y los bebedores incandescentes (p. 54), el bar de Raquel Sangre creció como barriga de gemelos (p. 115), la central es un enorme pulpo que estrangulaba a los obreros (p.124), feo como dolor de menstruación (p.168), más resistencia que una mujer pariendo (p.183, el mar vomitó el cuerpo de Vitingo sobre las arenas volcánicas (p.170)). Se permite anglicismos como “brother”, “parisitown” y “blesiado” por bendecido (p. 117). Recoge varios refranes : el hombre propone y el Señor dispone (p.121), lo pasaron por la piedra (p.128), hay que dar del ala para comer de la pechuga (p.166); y expresiones como: más loco que una cabra (p. 52), zapatero a sus zapatos (p. 200), te conozco bacalao, aunque andes disfrazao (p. 202). El apellido Estruch (fonéticamente Estruk en catalán) estuvo presente en Guayanilla en un olvidado doctor en medicina: don Antonio Estruch Martínez (1845-1902). Si el personaje principal de esta novela es Benedicto Estruc Semidei, les recuerdo que el apellido Estruc, Estruch (Struc) es de origen judío catalán, derivado de un apellido medieval ASTRUC, que indica “persona protegida por los astros”. También se dice que procede del latín ASTRUCUS, que significa “feliz”, “afortunado”. Podemos concluir que Guayanilla fue bendecido por la presencia de Benedicto, quien fue protegido por los astros y feliz de contar con el escritor José Luis Ramos Escobar, quien se inspiró en este Julio Verne caribeño para crear una novela que lo inserta dentro de las letras hispanoamericanas. Sábado 17 de noviembre de 2012. horizontes@pucpr.edu Años LVI-LIX Núms. 108-115 Horizontes – primavera / otoño 2013-2016 81

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