Revista Horizontes: primavera/otoño 2011 | Año LIV Núms. 104-105

13 a) Entendimiento e inteligencia Santo Tomás utiliza la palabra inteligencia en contadas ocasiones. No es una potencia autónoma e independiente, distinta del entendimiento. En un artículo de la Suma de Teología pregunta: “Si la inteligencia es una potencia distinta del entendimiento” 26 . Su respuesta es negativa. La inteligencia se distingue del entendimiento como un acto de una potencia, es decir, la inteligencia es un acto de una potencia, el entendimiento. “Por tanto, la inteligencia no se distingue del entendimiento como una potencia de otra potencia, sino como un acto de una potencia” 27 . No es otra potencia, paralela al entendimiento. “Se entiende por inteligencia un acto del entendimiento. Y así se distingue del entendimiento, como un acto de una potencia” 28 . La inteligencia es un modo de entender el entendimiento humano: cuando entiende algo de manera directa e inmediata, se llama inteligencia. “El entendimiento, en primer lugar, aprehende algo de manera inmediata, y a este acto se le llama inteligencia” 29 . La inteligencia es el primero de los diversos actos que realiza el entendimiento humano: conoce los primeros principios, que se captan por sí mismos y en sí mismos. Son el punto de arranque del proceso discusivo, en que consiste la razón. En resumen, se llama inteligencia a los actos del entendimiento que conocen los principios o verdades evidentes en sí mismas. Es un modo de entender, directo e inmediato. Es el punto de partida de todo discurso o raciocinio, en definitiva, de la razón. b) Entendimiento y sindéresis La sindéresis es también un modo de entender. Llámase sindéresis a los actos del entendimiento que conocen los primeros principios naturales morales: hacer el bien, evitar el mal; no dañar al inocente, etc 30 . c) Entendimiento y conciencia La conciencia es asimismo un acto del entendimiento, y no una potencia autónoma. Puede cambiar, degradarse y hasta perderse, como ocurre con la conciencia cauterizada, que ni puede llamarse conciencia porque se encallece de tal manera 26 ST,1, q. 79, a. 10. 27 “Sic ergo, intelligentia ab intellectu non distinguitur sicut potentia a potentia, sed sicut actus a potentia”: ST, 1, q. 79, a. 10. 28 “Intelligentia ponitur pro actu intellectus. Et sic dividitur contra intellectum, sicut actus contra potentiam”: ST, 1, q. 79, a. 10, ad 1. 29 “Quae primo quidem simpliciter aliquid apprehendit, et hic actus dicitur intelligentia”: ST, l, q. 79, a. 10, ad 3. 30 Cf ST, 1, q. 79, a. 12. que pierde toda sensibilidad ante el bien y el mal. Nada de por sí es bueno; nada de por sí es malo. Cada uno decide lo que es bueno y lo que es malo. Las potencias, sin embargo, permanecen, aun cuando no realicen actos: el ojo no siempre mira; el entendimiento no siempre está entendiendo. El mismo nombre de conciencia (cum alio scientia: un saber aplicado a algo) nos lleva al convencimiento de que es un acto, puesto que la aplicación de un conocimiento a algo, se verifica siempre mediante actos. Para saber si un acto que vamos a realizar, estamos realizando o hemos realizado, es bueno o malo, basta con aplicar la norma al acto: si se ajusta a la norma, es bueno; si se aparta, será malo. También las funciones que realiza la conciencia moral muestran su condición de acto. En efecto, en primer lugar nos testifica lo que hemos realizado, bueno o malo. En segundo lugar, nos insta a hacer algo porque es bueno y a evitar algo porque es malo. En tercer lugar, nos recrimina y acusa por el mal que hemos hecho y nos aplaude por el bien que hemos obrado. Estos actos son funciones del entendimiento, ya que consisten en aplicar las normas o principios morales a nuestro comportamiento, consciente y libre. d) Entendimiento especulativo y entendimiento práctico Se diferencian por la índole de lo conocido. Cuando adquirimos un conocimiento que de por sí se ordena a la operación, el entendimiento se llama entonces práctico. Así, los conocimientos de arquitectura y, en general, de las artes y de la técnica, se ordenan a la operación. Son conocimientos que nos capacitan para hacer bien algo. En cambio, podemos también adquirir conocimientos que buscan sólo el saber en sí mismo: el entendimiento especulativo. No se conoce para; se conoce por. Así, el conocimiento del ser, de la belleza, del arco iris, etc. La finalidad de este tipo de saber se encuentra en el gozo del mismo saber. Se busca el saber por sí mismo; no el saber fáctico, es decir, para hacer. Es el saber de contemplación: gozar la verdad. 7.- La razón, constitutivo específico del ser humano Hemos señalado que el hombre es un animal dotado de alma intelectiva. “Lo supremo en nuestro conocimiento no es la razón, sino el entendimiento, que es el origen de la razón” 31 . ¿Por qué entonces no se define el hombre como animal intelectivo? El entendimiento no implica de por sí la razón. Dios entiende, y no razona; el ángel entiende, y no razona. Santo Tomás es un teólogo-filósofo. Por eso, en su perspectiva, contempla también a Dios y a los ángeles, como seres que están dotados de entendimiento. El hombre no tiene entendimiento por tener razón. Ocurre al contrario, tiene razón por tener entendimiento. El 31 CG, I, 57.

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