Revista Horizontes: primavera/otoño 2011 | Año LIV Núms. 104-105
5 Nuestra poeta posee una honda sensibilidad, desarrollada en sus tres vertientes esenciales: - Sensibilidad estética , mediante la cual disfruta la belleza de las cosas. - Sensibilidad cósmica , mediante la cual entra en sintonía con el ser del mundo. - Sensibilidad mística , mediante la cual valora la dimensión de lo divino mismo. En tal virtud, nuestra poeta experimenta: - Una vocación por la contemplación. - Una conexión empática de su sensibilidad profunda con el esplendor de lo viviente. - Un sentimiento de valoración por la Naturaleza. Eso explica su opción por el haikús. Sorprende, desde luego, que una poeta del Caribe, en un ambiente tropical de tanta dispersión de los sentidos, como se constata en nuestras islas, esta creadora opte por el haikú como expresión de su creatividad. La dimensión integradora de En las ramas del viento El haikú, como ya dejé consignado, nace entre los monjes budistas del Japón, que viven el silencio, la contemplación y el misterio de la Creación. De ahí la expresión condensada de versos simples y breves, con una dimensión profunda y sugerente en la fórmula del 5-7-5. No es ocioso repetir que el buen haikú tiene tres facetas destacables: - El sentido estético , expresado en sus datos sensoriales. - El sentido cósmico , expresado en su conexión con lo viviente. - El sentido místico , expresado en su vínculo con la trascendencia. El haikús expresa una imagen de lo viviente: cuando una imagen concita la atención y se prolonga en la sensibilidad, algo grande y hermoso hay en ella o algo bueno y sugerente provoca en el contemplador, o las dos cosas a la vez, como sucede con los haikús de Virginia Díaz. El haikú es una descripción poética de la Naturaleza. No enfoca la subjetividad del contemplador, sino la sustancia de la contemplación. Por eso, es objetivo, sensorial y sugerente. El haikú es la poesía de las sensaciones. Por eso, refleja los colores, los sabores, los olores, los sonidos, los perfiles de las cosas. El haikú no inventa ni especula. Por eso, reproduce o retrata lo que las cosas reflejan en sus datos sensoriales. El haikú es una fotografía de lo que la realidad revela. Por eso, prescinde de abstracciones o suposiciones y, desde luego, de elucubración o especulación. El haikú canta los fenómenos de la Creación: no de la ciencia, ni de la filosofía, ni del arte, sino de la realidad natural. El haikú privilegia los efluvios de las cosas, no las expresiones de la realidad social, histórica o cultural. El haikú es una réplica, en el ámbito de la palabra, de la vertiente sensorial, estética y espiritual de lo viviente. Por eso, los haikús son los suspiros de los sentidos. El título del poemario de Virginia Díaz, En las ramas del viento , se ajusta a la esencia del haikú, que ha de centrarse en la Naturaleza. “Las ramas”, vinculadas a la tierra, y el “viento”, vinculado al cielo, comprenden las dos dimensiones de lo viviente, lo físico y lo metafísico en su expresión rotunda. Cuando Virginia Díaz conoció a San Juan de la Maguana, ciudad enmarcada en el Sur de la República Dominicana, quedó impactada por su belleza natural y experimentó una sensación de serenidad y dulzura como expresión de su vida interior y de su espiritualidad. Esa vivencia de su sensibilidad la expresó en los haikús de esta obra. La propia autora consignó su motivación: Con el haikú se intenta recrear la experiencia del sujeto lírico ante un momento de intuición y la imagen poética que de ella brota, es decir, aprehende lo que los sentidos captan en un instante. Puede tratarse de momentos, sonidos, movimientos, emociones o sentimientos, de imágenes físicas o espirituales. Es mi deseo que con cada pintura -o esbozo de ella- que intento trazar con las palabras, puedas ver lo que la propia naturaleza me devela. Si se conjuga con acierto el todo –sensación e imagen- en ti, lector, puedo decir que he alcanzado lo que fue mi intento. ¡Ojalá que los logros sean múltiples! ( En las ramas del viento , p. 12). Los haikús de Virginia Díaz que llamaron particularmente mi atención son los que connotan, en su dimensión física, una connotación metafísica. He aquí algunos ejemplos. Reflejo de lo terrestre y lo celeste, signo de lo físico y lo metafísico: Entre las hojas, las hormigas se miden la inmensidad . La integración de regiones a través del camino, cuya ruta une personas y ambientes:
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