Primavera otoño 2019 (Año LXII Núms. 120-121)
horizontes@pucpr.edu Año LXII Núm. 120-121 horizontes PRIMAVERA/OTOÑO 2019 PUCPR 45 Generación del '27, quien afirmaba "Ante la vida tengo una sola actitud: ¡sí!". Por su soleada alegría vital le pedí que bendijera nuestra boda diciendo su felicísima décima "Las doce en el reloj", donde celebra un instante en cúspide, un estado desnudo de historia y anécdota al margen del espacio-tiempo. El único otro poeta feliz en lengua española que puedo recordar es Juan Boscán, el compañero de letras de Garcilaso de la Vega. Pese a la melancolía obligada que le imponía su musa neoplatónica, el vate catalán confesó su gran verdad en la "Epístola a Diego Hurtado de Mendoza": estaba felizmente casado en la realidad extraliteraria. Incluso Garcilaso llegó a envidiar la fortuna marital de su amigo. Una pena que la "Epístola", tan feliz, no fuese artísticamente lograda. Es que pocos poetas conjugan la dicha con la poesía auténtica. Los volúmenes de Báez Fumero me dejaron saber, de otra parte, que en Puerto Rico se escribieron delicados haikus mucho antes de que el género, que el propio autor cultiva con tanta fortuna, se introdujese en nuestra lírica. Debemos a la pluma de Antonio Nicolás Blanco varios de estos poemillas brevísimos que logran capturar el espíritu del momento y reducirlo a su esencia más pura: "Mi gatita caprichosa / sigue la curva triunfal / que traza una mariposa / escapada del rosal" (I, p. 248). Me conmueve pensar que el poeta desarrolló "neurosis" (así llamaban entonces los trastornos mentales) y tuvo que ser recluido en la Clínica Juliá hasta el momento de su muerte en 1945. Concluyo que lo tuve brevemente de vecino, pues nací en la Calle Alhambra de Hato Rey, y mi casa quedaba justamente frente a dicha clínica, que hoy alberga la Universidad Politécnica. Uno de los motivos temáticos religiosos que salta a la vista ante el conjunto de los dos volúmenes es la heterodoxia espiritual de tantos poetas masones, espiritistas, librepensadores, protestantes y agnósticos. Tal es la riqueza y la importancia de estos poetas, que merecen un estudio de propósito. Sorprende constatar la promoción del ideario masónico de poetas como Modesto Cordero (I, p. 150), que alude a la tradicional imagen masónica de Dios como "arquitecto del Universo" y que incluso defiende las posturas religiosas de la Reforma Protestante. Otro poeta masón que escribe al calor de la crisis sociopolítica del '98 es José de Jesús Estévez, que se anima a preguntar ¿Dónde está Dios?" en su "Óptima verba", de fuerte tono existencialista (I, p. 271). En este apartado cabría también el poeta Ramón Negrón Flores, que fuera alcalde de Río Piedras y notable poeta espiritista laureado en los Juegos Florales Espíritas de Barcelona. Era el padre del joven que declamaba "El amor, lo que sonríe..." como poema galante en el contexto de sus serenatas. 2. Poetas como José Agustín Aponte van por otros caminos, igualmente de ruptura, y oponen al cristianismo decimonónico la solución socialista, creando sorprendentes poemas de corte obrero en los que el jornalero queda identificado con un sacerdote y el martilleo de la fragua, con sus chispas y humo, con el incienso eclesial (I, p.
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