Primavera otoño 2020 (Año LXIII Núms. 122-123)

horizontes@pucpr.edu Año LXIV Núm. 124-125 horizontes PRIMAVERA / OTOÑO 2021 PUCPR 103 peripecias para sobrevivir en la pobreza, su integridad moral y cívica y otras cuestiones. Culmina su exposición con la historia de un bebé recién nacido que encontró en la basura, lo cual es la causa de su desvelo e insomnio. Con su relato emociona a la entrevistadora, quien aprueba sin dificultad su caso. Nos parece que toda la historia del bebé, la culpa ajena y el insomnio era un recurso para conmover a la entrevistadora, quien tenía sobre el escritorio una foto con su bebé. Recordamos una experiencia en el subway en la ruta 6, de Manhattan al Bronx, Nueva York. Había un pordiosero que conmovía con la exposición de sus penurias. Asumía un tono de voz y unos gestos, inclusive se arrodillaba con ojos aguados, pidiendo limosna. Dramatizaba su situación con tanta efectividad que a la mayoría casi nos hacía llorar. Pues, un día en que fui a visitar a un pariente en el sur del Bronx, me encontré con el mismo sujeto, pero en una acera frente a una bodega, tomando cerveza y charlando animadamente con otros. Estaba muy aseado, bien vestido, con ropa elegante, de calidad, y, al parecer nueva. Tanto en el cuento como en la experiencia referida, comprobamos cómo las personas que no tienen capacidad productiva para el sistema tienen que ingeniarse cómo sobrevivir. Entre otras cosas tienen que desarrollar una gran capacidad oratoria y persuasiva para usarlas como recursos en su empeño. La noche cuando los coquíes callaron es nuestro cuento preferido del volumen y de la cuentística fantástica. Lo conocemos desde el 2002, cuando la autora nos lo cedió para la revista eXpresión y desde que lo leímos por primera vez quedamos fascinados con él. Con este cuento, la autora rompe con los esquemas de lo fantástico de modo magistral. Con respecto a la cuentística se ubica en el lugar que ocupa Julia de Burgos con respecto a la poesía. Nuestra grande Julia de Burgos, aunque utiliza una expresión bastante accesible a todo público, en términos del tratamiento poético que le da a la palabra es una de las poetas más complejas. Con un solo ejemplo lo podemos probar. En estos versos de Yo misma fui mi ruta , “rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado / de los troncos viejos”, utiliza una metáfora, troncos viejos (los hombres viejos) que a la misma vez es una sinécdoque (el tronco es una parte tanto del árbol como de los cuerpos humanos), pero esa metáfora-sinécdoque a su vez es una animalización (rasgaba mis espaldas el aleteo, es decir, el tronco es ave a la vez) y para completar el aleteo es desesperado, cualidad que aunque la podemos atribuir a los animales evidentemente es más característica del ser humano, por lo tanto los recursos anteriores se fusionan con la personificación. En resumidas cuentas, en estos versos en que utilizan el encabalgamiento, se fusionan la metáfora, sinécdoque, animalización y personificación. Margarita Maldonado Colón, del mismo modo, fusiona elementos de lo fantástico como ningún otro autor. En el cuento que consideramos utiliza el viaje astral, pero de un modo muy diferente a los demás autores. Usualmente el desplazamiento o viaje del espíritu se hace por sí mismo, en este cuento se da en automóvil, pero al final no sabemos si en realidad se produjo ese viaje o si fue un sueño. Por otra parte, junto con ese viaje astral se produce el detenimiento del tiempo. Sin embargo, este se diferencia de todos los casos usuales, pues la protagonista se mueve en su

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