30 pontificia universidad católica de puerto rico situación personal y familiar de cada cual debe darse en el marco de un compromiso comunitario (núm. 17) y una escala de valores (núm. 18). Asimismo, el tema del trabajo humano es presentado con claridad por el papa Pablo VI en los números 27 y 28 del documento. En primer lugar, plantea: De la misma manera, aunque a veces puede llegarse a una mística exagerada del trabajo, no es menos cierto, sin embargo, que el trabajo ha sido querido y bendecido por Dios. Creado a imagen suya, “el hombre debe cooperar con el Creador en la perfección de la creación y marcar, a su vez, la tierra con el carácter espiritual que él mismo ha recibido”. Dios, que ha dotado al hombre de inteligencia, le ha dado también el modo de acabar de alguna manera su obra; ya sea el artista o artesano, patrono, obrero o campesino, todo trabajador es un creador. Aplicándose a una materia que se le resiste, el trabajador le imprime un sello, mientras que él adquiere tenacidad, ingenio y espíritu de invención. Más aún, viviendo en común, participando de una misma esperanza, de un sufrimiento, de una ambición y de una alegría, el trabajo une las voluntades, aproxima los espíritus y funde los corazones; al realizarlo, los hombres descubren que son hermanos. (Pablo VI, 1967, núm. 27) De forma similar, luego presenta una bella y muy necesaria disertación sobre las ambivalencias o contradicciones inherentes al fenómeno del trabajo humano. Sobre este tema plantea lo siguiente: El trabajo, sin duda ambivalente, porque promete el dinero, la alegría y el poder, invita a los unos al egoísmo y a los otros a la revuelta; desarrolla también la conciencia profesional, el sentido del deber y la caridad para con el prójimo. Más científico y mejor organizado, tiene el peligro de deshumanizar a quien lo realiza convertido en siervo suyo, porque el trabajo no es humano si no permanece inteligente y libre. (Pablo VI, 1967, núm. 28) Más adelante, en 1981 y en el 90 aniversario de la encíclica Rerum novarum, el papa Juan Pablo II escribió la encíclica Laborem exercens. En esta, el pontífice explicaba con profundidad el fenómeno del trabajo
RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=