¿Trabajo decente o precariedad laboral? Una aproximación a la situación de los trabajadores en Puerto Rico.

23 ¿trabajo decente o precariedad laboral? una aproximación a la situación de los trabajadores en puerto rico fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente la “Iglesia de los pobres” (Juan Pablo II, 1981, núm. 8). También, Juan Pablo II diserta en la encíclica sobre otros temas importantes, tales como la dignidad y la ética del trabajo, así como el tema conflicto-capital-trabajo en los 80 bajo los distintos sistemas económicos en vigencia en dicho momento. De igual forma, analiza con profundidad los derechos de los trabajadores. Sobre esto, arroja luz sobre los temas del empresarismo, el desempleo, el salario, las prestaciones sociales, la importancia de los sindicatos, la dignidad del trabajo agrícola, el empleo de personas con discapacidad o diversidad funcional, el trabajo y la inmigración entre otros (núms. 17-23). Como puede apreciarse, en la Laborens Exercens el papa Juan Pablo II lleva a cabo un análisis muy profundo de la situación del trabajo en el mundo de los 80. Asimismo, elabora el papel del trabajo en el desarrollo pleno de los seres humanos y de las sociedades. En 1987, Juan Pablo II presentó la carta encíclica Sollicitudo Rei Sociallis en celebración de los veinte años de la encíclica Populorum Progressio . El pontífice evaluó la situación de la “cuestión social” del mundo en comparación con la Populorum Progressio . De la evaluación se desprende que la situación social mundial se agravó en ese período y que, incluso, se había profundizado el abismo entre los países del Norte desarrollado y del Sur subdesarrollado. El papa había percibido que la distancia entre ricos y pobres en una misma sociedad era abismal. A tales efectos, el papa planteaba que: La primera constatación negativa que se debe hacer es la persistencia y a veces el alargamiento del abismo entre las áreas del llamado Norte desarrollado y la del Sur en vías de desarrollo. Esta terminología geográfica es solo indicativa, pues no se puede ignorar que las fronteras de la riqueza y de la pobreza atraviesan en su interior las mismas sociedades tanto desarrolladas como en vías de desarrollo. Pues, al igual que existen desigualdades sociales hasta llegar a los niveles de miseria en los países ricos, también, de forma paralela, en los países menos desarrollados se ven a menudo manifestaciones de egoísmo y ostentación desconcertantes y escandalosas (Juan Pablo II, 1987, núm. 14).

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