¿Trabajo decente o precariedad laboral? Una aproximación a la situación de los trabajadores en Puerto Rico.

25 ¿trabajo decente o precariedad laboral? una aproximación a la situación de los trabajadores en puerto rico el cual se encontraba hasta ese momento influenciado por tendencias de corte marxista y economicista, que en ocasiones chocaban con los postulados de la Iglesia (Juan Pablo II, 1991, núm. 26). Discurre, además, sobre lo que debería ser el verdadero desarrollo de los pueblos. Al respecto planteó lo siguiente: En fin, el desarrollo no debe ser entendido de manera exclusivamente económica, sino bajo una dimensión humana integral. No se trata solamente de elevar a todos los pueblos al nivel del que gozan hoy los países más ricos, sino de fundar sobre el trabajo solidario una vida más digna, hacer crecer efectivamente la dignidad y la creatividad de toda persona, su capacidad de responder a la propia vocación y, por tanto, a la llamada de Dios. El punto culminante del desarrollo conlleva el ejercicio del derecho-deber de buscar a Dios, conocerlo y vivir según tal conocimiento (Juan Pablo II, 1991, núm. 29). La carta encíclica enfatiza la licitud de la propiedad de los bienes, así como los límites a los cuales está sujeta. Citando al Concilio Vaticano II, el pontífice hace referencia a que: “El hombre, usando estos bienes, no debe considerar las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás” (Juan Pablo II, 1991, núm. 30). Respecto a la naturaleza del trabajo humano, Juan Pablo II ofrece una hermosa reflexión en la cual señala lo siguiente: “Hoy, más que nunca, trabajar es trabajar con otros y trabajar para otros: es hacer algo para alguien. El trabajo es tanto más fecundo y productivo, cuanto el hombre se hace más capaz de conocer las potencialidades productivas de la tierra y ver en profundidad las necesidades de los otros hombres, para quienes se trabaja” (Juan Pablo II, 1991, núm. 31). De forma similar, el papa hace referencia a las sociedades posindustriales al enfatizar la importancia emergente de la propiedad del conocimiento de la técnica y del saber como factores importantes para el desarrollo de los pueblos (Juan Pablo II, 1991). Llama la atención sobre cómo el sistema económico excluye a amplios sectores de la población de los procesos productivos, privándolos de la posibilidad de la autosuficiencia económica. Sobre este tema señalaba el pontífice:

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