Violencia desde la desconexión moral
47 violencia desde la desconexiónmoral diferencias ni por generación ni por educación. Coincide con el hallazgo de Pinilla y Burgos (2012) donde no hubo diferencias en cuanto a percepción, por generaciones, ni género. Este hallazgo parece confirmar que no existen confusiones en cuanto a poder discriminar un acto violento del que no lo es. Las definiciones ofrecidas por ambos grupos, de diferentes generaciones, resulta cónsona con lo establecido por el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico que define agresión grave como, un ataque de una persona contra otra…, donde la víctima sufre lesión corporal… (IEPR, 2017). No obstante, con estas participantes, se amplían los actos violentos, más allá del ataque físico a otros, incluyéndose como violencia los ataques emocionales y psicológicos, así como los actos contra sí mismos. La exposición a la violencia (dimensión 2) tampoco reflejó diferencias, presentándose en ambos grupos exposición de forma directa o indirecta a la violencia, ya fuera como observadoras o como víctimas directas o indirectas de esta. La literatura revisada, señala que las generaciones más jóvenes han sido expuestas a la violencia y, por lo tanto, resultan más insensibles y vulnerables a la influencia de esta (Elías, 2003; Bosco, 2004; Laguna, 2006). No obstante, las narrativas de estas estudiantes evidencian que, en la actualidad, todas las personas están igualmente expuestas a la violencia, por lo que pareciera que la sociedad podría estar haciéndose vulnerable a esta. El tercer hallazgo se relaciona con las actitudes y creencias hacia la violencia, (dimensión 3). La investigación, de la cual esta constituye un seguimiento, encontró diferencias significativas por género y generación. Se observaron actitudes favorables a la violencia por parte de los varones y los representantes de la generación Y (Pinilla y Burgos, 2012). Aunque la dimensión específicamente no estaba dirigida a sus actitudes hacia la violencia, esta afloró en sus respuestas. Contrario al hallazgo del estudio anterior, ambos grupos (generación y educación) rechazaron la violencia y su evaluación de los medios fue una negativa, dado que entienden que los medios fomentan y justifican el uso de la violencia. No obstante, resultó interesante que, mientras las estudiantes de psicología mantuvieron su postura de negatividad ante la violencia y los medios que la fomentan, las estudiantes de trabajo social, de ambas generaciones, mostraron un doble discurso. Exponían que, aunque la rechazaban, la auspiciaban, viendo y disfrutando de material violento,
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