Razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común

Primera ponencia: Solidaridad: ¿beneficio o deber? Dr. Andrés Rodríguez Rubio El término solidaridad que protagoniza esta intervención nuestra significa en nuestro idioma adhesión a la causa o a la empresa de otros; nos empuja, por decirlo de alguna manera, hacia una suerte de éxtasis, de una salida del sí mismo hacia el otro. Nos da de cara al egocentrismo o narcisismo nuestro para anteponer la alteridad como paradigma urgente de atención. Y va apareciendo en nuestro idioma hace más de cien años, este término “solidaridad” que estaba implícito en la fraternidad, término rutilante de la Revolución Francesa, junto a la libertad y la igualdad. Quizás la fraternidad resulta incómoda para aquellos que no implican ni quieren ver una paternidad común por encima de toda la humanidad. La fraternidad va desapareciendo y renace poco a poco en la solidaridad. Es el nuevo nombre, me atrevo a decir, de la fraternidad. Ahí cabemos todos sin atropellarnos. Así los filósofos se esfuerzan en fundamentar la solidaridad en sen- timientos de compasión, generosidad o simpatía. 1 Sociólogos, a su vez, derivan la solidaridad de una situación de deuda social que surge de la herencia múltiple que todo individuo recibe desde el nacimiento, en el lenguaje, la civilización, la ciencia, la educación, el arte, etc. Si na- ciéramos en una selva virgen y viviéramos como un Robinson siempre, tendríamos un desarrollo muy poco superior al de un animal, dirían. Por todo ello tenemos el deber de contribuir o retribuir esa donación social que nos permite evadir un comienzo primitivo, por otro, con miles de años de desarrollo que nos llegan por la mediación social. Aunque la para- 1 Cfr. Camps, Victoria. Virtudes públicas. Madrid: Edit. Espasa Calpe, 1993, p. 33

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