Razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común

42 actas del segundo congreso católicos y vida pública o diferentes con una nueva moda o adicción que prefiere juzgar, criticar, censurar y en ocasiones burlar las debilidades de los demás. La suspicacia sobre las intenciones de aquellos que no piensan como nosotros es tan abrumadora y está tan apoyada en los medios masivos y sociales –que en mi opinión– estanca e impide nuestro desarrollo como sociedad civilizada, como comunidad cristiana, así como nuestro progreso económico. Para record, quiero establecer que yo no tengo la formación o educación formal para explicar la etiología de esta conducta. Un sociólogo o un historiador sospecho harían mejor trabajo. Lo que traigo a la mesa son las vivencias de una practicante de una profesión que toca muchas áreas de nuestra vida colectiva. La situación –me sospecho– tiene raíces diversas y naturalezas definitivamente muy complejas. Hay quien se lo atribuye a la indefinición de nuestra relación con los EUA; otros, al deterioro de los partidos políticos, algunos, al consumerismo o a la emigración; otros, a la televisión, al modelaje de los líderes; o al desparramiento urbano; a la indiferencia de la clase dirigente o al deterioro de nuestras instituciones. Incluyendo –y con tristeza lo decimos– la Santa Madre Iglesia. Será la combinación de todas. “All of the above”. La realidad es que hemos cambiado. Y sin tratar idealizar “cualquier tiempo pasado fue mejor” creo que el cambio no ha sido para bien. ¿Y dónde están los interruptores? ¿Por qué y cuándo nos des-hermanamos? ¿Cuándo dejamos de prestarnos una taza de azúcar cuando nos faltaba para el café? ¿En qué momento dejamos de criar a los hijos que quedaban huérfanos en nuestras familias? ¿Cuándo empezamos a cerrar urbanizaciones? ¿Qué efecto tiene en nuestro futuro como sociedad? Desafortunadamente mucho. Con el escenario presente es muy difícil crear puentes o proyectos de consenso que nos ayuden a evolucionar. Y construir un proyecto de país. Y de ello, todos tenemos un grano de responsabilidad. De cómo somos y actuamos en el seno de nuestras familias, en nuestras oficinas, en la iglesia y en la comunidad. Hay dos vectores importantes que bloquean la solidaridad ciudadana y que se pueda lograr las convergencias necesarias entre los

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