Razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común

50 actas del segundo congreso católicos y vida pública los más pobres: hombres, mujeres, casados y solteros, algunos de vida común como lo somos nosotros y otros, que son los asociados. Pero tratando de vivir ese carisma, porque la Solidaridad, la Subsidiariedad y el Bien Común, más que simplemente ideales filosóficos o sociales, son carismas de Dios. Eso fue lo que vivió el Señor: se hizo hombre, caminó la tierra con nosotros. Se hizo Solidario Él vivió y sintió como nosotros y para poder ayudar a nuestro prójimo tenemos que hacerlo así. Ya Estancias Corazón no trabajan con pacientes de SIDA, porque ya no hay la necesidad. La necesidad ahora está en los que no tienen hogar y personas con los que vivimos ahora, con problemas de salud mental. Vivimos con ellos, en un hogar permanente, con apoyo. Y hemos seguido haciendo este tipo de cosas no tanto por hacer cosas, no, sino porque son cosas grandes. Lo que queremos es que cuando uno hace algo otro entienda que puede hacerlo también y que no es imposible. Que la solidaridad sí es posible y eso fue lo que nos enseñó Dios cuando vino y se hizo hombre entregando su vida y con 12 hombres transformó el mundo. Ese mismo ejemplo que hizo Dios, nos toca a todos los católicos: caminar el camino de Cristo y hacer lo que Él hizo. Tenemos que dar el ejemplo y otros verán que no es imposible; sentirán que ellos también pueden hacer algo. Ahora mismo tenemos varios proyectos en los que, de vez en cuando, pongo de vez en cuando la cara, porque ellos corren solos. Pero corren solos con personas solidarias que sintieron la llamada. Por ejemplo: en el centro de apoyo a la familia, con aproximadamente 400 estudiantes a los que se les enseña a vivir una vida independiente. No a ser dependientes de uno, porque una persona dependiente se hace daño. Cada ser humano necesita vivir su propia dignidad y nosotros simplemente estamos para abrirles el camino, hacerles el camino como lo hizo Jesús por nosotros. Hacemos Igual que las pequeñas luciérnagas: venimos, prendemos un poco de luz, y luego nos vamos. Pero siempre queda el recuerdo de aquella luz que se nos queda grabada en el corazón. Y queda también la alegría, que es la misma alegría de vivir que tienen todos los demás, que también han podido compartir con nosotros.

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=