Actas del III Congreso Internacional de Mística

33 EscuchandoasanJuandelaCruzcantardesdelacimavertiginosadelÉxtasismÍstico movimiento festivo que él describe como propio del éxtasis místico: “porque, aunque [...] Dios no se mueve realmente, al alma le parece que en verdad se mueve” (LB 3, 1179-81). De ahí que la simbólica fuente del “Cántico” no pueda ser un espejo rígido, sino un espejo en movimiento, dotado de oscilación regulada, de pulsación permanente. El alma conoce en un estado de perpetua transformación, y se metamorfosea a sí misma según conoce a Dios en el hondón último de su ser. Conocer es ser, como diría María Zambrano. En este altísimo plano de conciencia, Dios nos inviste de Sí mismo para que podamos atestiguarlo. Si no, no nos sería posible asumir Su vertiginoso abrazo sin límites. Es Él quien opera el prodigio, completamente superior a las limitadas fuerzas de nuestras facultades racionales. La fuente del alma es pues un simbólico azogue vivo, dinámico, que espejea la inimaginable Belleza infinita que llevamos dentro. “The kingdom is within”, como dijo Alfred Lord Tennyson, consolándonos con la alegría impertérrita de su certeza mística. El círculo de Luz de la luminosa fuente sagrada, que no es otra cosa que nuestro ser en abrazo íntimo y participativo con Dios, nos devuelve precisamente a Su Reino inmarcesible, que ahora sabemos constituye —inmenso milagro— la esencia última de nuestra mismidad. Cuando las puertas de la revelación se abren y se precipita el espejamiento de lo Real, la razón, ya lo sabemos, se subordina de inmediato al proceso gnóstico fruitivo, que es estrictamente experiencial. El evento místico, que san Juan ha geminado con esta fuente perpetuamente ondulante, jamás podría ser experimentado por la razón ni por los sentidos. Ni dibujado en imagen ni articulado en palabra. Ya san Juan nos lo dejó advertido. Pese a que el símil de la fuente cristalina es, como cualquier símbolo místico, incapaz de traducir adecuadamente la vivencia transformante, contribuye sin embargo a activar nuestras intuiciones más profundas y nos ayuda a vislumbrar un nivel de conocimiento sobrenatural que supera la servidumbre de la limitada razón humana. Y he aquí la maravilla: a este supremo abrazo de bienvenida a casa, amoroso e incesante, estamos todos misericordiosamente convocados. Ayer, hoy y siempre. e chando a s ju n de la c uz cantar desde la cima...

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