Actas del III Congreso Internacional de Mística

97 notodoesmística:elfenómeno,suespejismoyalgunosexponentesenelmundohispánico Todavía hay más: la habilidad de apropiación de voces ajenas para la composición del propio canto tampoco perdona los tonos excelsos de la lírica clásica de la literatura hispánica. El cuadragesimoctavo poema hubiera admitido el epígrafe «Con José Martí», a causa de la reescritura del famoso primer verso del poema xxxix de Versos sencillos: «Cultivo una rosa blanca» (Schulman, Picón Garfield, 1999, 24); la voz lírica lopebaraltina lo profiere sin rubor y como le apetece, a lo divino: Cultivo un huerto de estrellas: ¡Si vieras cómo brilla bajo la luna! (64) O «Con Gustavo Adolfo Bécquer» parece que el canto lopebaraltino también armoniza si se aprecia bien el nonagesimoctavo poema: Silencio: Tembló el Misterio. (117) Tres versos de la rima x becqueriana salen al paso del lector: «la tierra se estremece alborozada» y «mis párpados se cierran… ¿Qué sucede?/ ¿Dime?... ¡Silencio!... ¡Es el amor que pasa!» (Bécquer, 1986, 411). Al margen de la concedida literalidad del «silencio» y del sugerente «temblor» en el «estremecimiento» de la tierra, el término «Misterio» resume la actitud mística que, por etimología, significa el cierre de ojos y labios ante lo misterioso. Conviene concluir que, en defecto de un texto testimonial, la literatura mística de reescritura literaria y el diálogo gnoseológico no comprometen necesariamente la interpretación del lector con el hecho místico en sí, puesto que hay textos que parten de la fe y la devoción más efervescentes o del goce estético per se en términos que rozan la sublimidad de la expresión mística. De otra parte, la fe y la devoción tampoco son indispensables en lo que toca al fenómeno místico, vivencia repartida de manera unilateral entre los seres humanos más disímiles según el beneplácito de la Divinidad. Igual que el trigo y la cizaña en crecimiento, la literatura de corte devocional o la de goce estético suele confundirse con la de auténticos tonos místicos sobre todo en el ámbito religioso. De hecho, el discurso místico-literario es de fácil imitación a autores que nunca experimentaron el fenómeno místico, al estilo de la visión luminosa del empíreo en el canto xxiii del Paraíso, de Dante Alighieri; el goce estético que le produce el todo es mística: el fenómen , su espejismo y algunos...

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