Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común

22 actas del cuarto congreso católicos y vida pública lícitos que el orden jurídico democrático pone a disposición de todos los miembros de la comunidad política” 3 . De tal modo se pretende confinar las creencias a los ámbitos de lo “privado”, sin que puedan tener relevancia en la vida pública. Se desemboca así en “una alianza entre democracia liberal y relativismo” 4 , lo que socava a la misma democracia y la deja sumida en una gran fragilidad. Una democracia que no sepa fundarse y estar animada por algunos grandes criterios que distingan lo justo de lo injusto, lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso, y que no se asiente sobre algunas grandes ideales compartidos en la convivencia, no puede suscitar auténticas conciencias de pertenencia y responsabilidad, no logra promover convergencias solidarias y constructivas ni aceptar los sacrificios inevitables que ello comporta, no genera anticuerpos para moderar la prepotencia de los más fuertes, es caldo de cultivo para la corrupción. No sirve, pues, para enfrentar grandes tareas históricas. Tal es la paradoja de la democracia liberal de nuestro tiempo: rechaza todo credo ideológico oficial, pero a la vez no logra ser una societas perfecta (en el sentido de autosuficiente): para su fundamentación y conservación debe referirse a otras fuerzas, pues vive de presupuestos que ella misma no puede garantizar Si la democracia se basa en una ideología oficialmente sancionada por el Estado se convierte en autoritaria o totalitaria, pero si, en cambio, no tiene ninguna ideología, entonces no produce los valores que necesita para subsistir y cae en la descomposición y disgregación. Hay una base de verdad que no está sometida al consenso político sino que lo anticipa, lo hace posible y lo preside. La democracia pluralista y tolerante no puede no vivir sino de un fuerte arraigo en el trasfondo cultural, ético y religioso del tejido social. Por todo esto, la búsqueda de nuevos paradigmas de laicidad se ha hecho cuestión urgente y fundamental. ¿Cómo garantizar y promover una contribución muy importante y valiosa de las tradiciones religiosas y de las Iglesias en la vida pública de las naciones, más allá, por una parte, de todo fundamentalismo y, por otra, de todo laicismo que pretende 3 Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y a la conducta de los católicos en la vida política , Vaticano 2002. 4 San Juan Pablo II, encíclica Veritatis Splendor , Vaticano, 1993, n. 101; cfr. encíclica Centesimus Annus, Vaticano, 1991, n. 46. Cfr. G. Mucci, Iglesia, Democracia y Relativismo Etico, Humanitas, Santiago de Chile, 1997, n. 3, pp. 364-373; A. Llano, Claves del actual Debate Cultural, Humanitas, Santiago de Chile, 1997, n. 4, pp. 532-544.

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