Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común

29 democracia: transparencia, participación y bien común cristianos parecenmuchas veces darse “dos vidas paralelas: por una parte, la llamada vida ‘espiritual’, con sus valores y exigencias, y por otra, la vida llamada ‘secular’, o sea la vida de familia, de trabajo, de las relaciones sociales, del compromiso político y de la cultura” 19 . La fe recibida va quedando así reducida a episodios y fragmentos de toda la existencia. En todos estos casos, la fe católica no es concebida ni experimentada como acontecimiento de un encuentro sorprendente y fascinante con Cristo, que abraza y convierte toda la vida del bautizado. No es extraño que, en estas condiciones, muchos crean que la fe tenga poco o nada que ver con la política y que, incluso no pocos políticos que se confiesan cristianos muestren en los hechos que esa confesión nada implica, nada exige, nada ofrece para una contribución original de católicos en los procesos democráticos, ignorando así las enseñanzas de la Iglesia. el cisma entre elites y pueblos El divorcio entre la fe y la vida refleja, y a la vez ahonda, la “ruptura entre Evangelio y cultura” que Pablo VI ya indicó como “el drama mayor” de nuestro tiempo 20 . En América Latina este drama se incuba histórica y culturalmente en el cisma entre las elites ilustradas, racionalistas, secularizantes, dependientes de los modelos sociales e ideológicos de las metrópolis, y las grandes mayorías populares, “barrocas”, de sedimentos católicos y tradiciones orales, que acompañó la formación de los Estados y su incorporación subalterna en el mercado mundial. Fue interpretado por esas elites como la oposición entre “civilización y barbarie”, entre los fautores del progreso y la modernización y los vastos “mundos” populares todavía anclados en la sociedad tradicional, “pre-moderna”. Similar cisma se prolongó en nuestro siglo XX en el que las élites ilustradas pagaron fuertes tributos a las ideologías dominantes del mundo bipolar, desconectados de la realidad de los pueblos, fomentando que éstos fueran cada vez más descreídos de la cosa pública. ¡Proyectos de modernización, desarrollo y revolución a espaldas de los pueblos, que terminan por ser contra los pueblos! Por eso periódicamente han surgido fuertes movimientos –que los tecnócratas e ideólogos califican de “populistas”– 19 S.S. Juan Pablo II, Christifideles Laici, n. 59. 20 S.S. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n. 20.

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