Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común

60 actas del cuarto congreso católicos y vida pública que van desde las sectas a la presencia de otras grandes religiones como pueden ser el Islam o el Budismo. El problema o la tarea fundamental del cristianismo entre nosotros hoy es: presentarse como una oferta de verdad a la libertad desde la libertad y en la libertad, como una novedad absoluta que es capaz de abrir al hombre a sus mejores posibilidades y responder a sus necesidades más profundas. Ahora bien, este mensaje debe dirigirse a la persona y a la sociedad. Esta se halla hoy determinada por un pluralismo cultural, racial y religioso de tal envergadura, que no es posible organizar la sociedad desde ninguna opción moral o religiosa concreta, desde un mínimo proyecto antropológico, que vaya más allá de la legislación democráticamente establecida, y desde una ética que trascienda el derecho penal. Tenemos que elaborar una nueva narrativa de conciliación de la libertad e identidades comunitarias en una legislación que haga justicia a mayorías y minorías, a la memoria histórica normativa de un pueblo y a la inventiva, a las raíces de nuestro pasado y a las alas para nuestro futuro. No estamos ante cambios en una época sino a un cambio de época y nos falta el marco global de referencias dentro del cual poder situar cada uno de esos elementos constituyentes de la vida humana. Una sociedad viva siempre está en construcción y nunca está construida del todo. Mi querido maestro Olegario González de Cardedal, se preguntaba no hace mucho, ¿qué lugar ocupan las distintas ejercitaciones de la razón y entre ellas qué dimensión pública tiene la ejercitación religiosa en un Estado no confesional? Y respondía : “ Una sociedad libre es aquella en la que prevalece la razón pública sobre la razón privada, el interés general sobre el interés particular, la abertura a un horizonte de universalidad frente a las situaciones exclusivas de grupos o minorías Un horizonte abierto y la libertad garantizada para todos, dentro de la cual las minorías creadoras realizan sus proyectos, son las condiciones para que una sociedad progrese, tanto en el orden del bienestar y de la justicia como de la convivencia y de la ilusión moral”. Abandonando viejos callejones, callejones de El gato, hay que ser realmente demócratas, todos. No se puede reducir la religión al silencio o excluirla del tejido social, como tampoco imponerla ni introducirla al margen de la legalidad constitucional. Hay que integrar, no solo tolerar, su legitimidad democrática, su participación en el dialogo social, no

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