Yo soy cristiano: Identidad, misíon y testimonio ¿Quién soy? ¿Por qué lo soy? ¿Cómo lo vivo?

99 yo soy cristiano: identidad, misión y testimonio Es por ello que no me parece ocioso iniciar entonces esta modesta reflexión con una interrogante más fundante y, si se quiere, más abarcadora: ¿Cómo se sitúa y ha de situarse el cristiano laico ante la realidad concreta de la vida pública en sus múltiples y complejas manifestaciones? Este interrogante no es de menor relevancia, en cuanto que, como ya sabemos, el cristiano –laico o consagrado– se enfrenta a dos grandes tentaciones contrapuestas- y esto es más patente en la postmodernidad. Con estas tentaciones ha de lidiar irremediablemente sin sucumbir a ellas, desde luego, a saber: “…buscar refugio en formas descarnadas de religiosidad, que constituyen una fuga del mundo, o bien renunciar a las exigencias de la fe cristiana para adaptarse a la coexistencia del mundo” . 5 A este respecto, como hace ya unos años nos recordara el destacado teólogo español José María González Ruiz “El cristianismo destruye totalmente las barreras que hacían de la ‘religión’ un enclave en el mundo, y asume todo lo profano, lo mundano, lo ‘común’, haciéndolo sagrado... para el cristianismo no hay que salir del mundo para ir a Dios, pues a Dios se le encuentra –o se le debe encontrar– en medio del mundo, en lo más profundo de su ser”. Pero al propio tiempo conviene recordar que, como ha ocurrido en no pocas ocasiones en la historia, se ha pretendido confundir al cristianismo con un edulcorado humanismo o una simple ideología donde, como sabemos, abundan las promesas hermosas, pero donde no hay nada que trascienda lo contingente y mudable. Así se pierde de vista, entonces, que toda verdadera acción cristiana, sin pretender salir de lo mundanal, se orienta hacia un horizonte escatológico y que, por tanto, la misma no es reductible a ninguna forma de ideologización llámese marxismo en su día, socialismo, capitalismo o cualquier otra expresión surgida o por surgir. González Carvajal en su hermoso libro El Reino de Dios y nuestra historia lo ha expresado con claridad admirable. “Parece increíble, pero es cierto: En política, el Reino de Dios ha servido para casi todo. En su nombre se ha legitimado el orden establecido, y en su nombre se ha intentado subvertirlo; lo mismo ha inspirado programas de signo 5 Idem , pág. 43.

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