Yo soy cristiano: Identidad, misíon y testimonio ¿Quién soy? ¿Por qué lo soy? ¿Cómo lo vivo?

75 yo soy cristiano: identidad, misión y testimonio una teoría o una idea bien elaborada es muy grande. Pero, si uno se agarra a su elaboración, abandona el contacto con la realidad. El testimonio del cristiano desaparece, deja de ser significativo, porque lo único que hace es proponerse a sí mismo. La otra tentación, la gnóstica, “conduce a confiar en el razonamiento lógico y claro, que pierde la ternura de la carne del hermano. La fascinación del gnosticismo es la de «una fe encerrada en el subjetivismo, donde solo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos» ( Evangelii gaudium , 94). El gnosticismo no puede trascender”. La experiencia del testimonio cristiano exige la comunión, la vida de Iglesia, la entrega a los demás. No es una teoría alternativa, es una vida alternativa. No es una experiencia privada, es un testimonio público. No es una conclusión tranquilizadora, es una interpelación que incomoda. El cristiano no se anuncia a sí mismo, no da testimonio de sí mismo, no se propone como modelo de vida. Es aquí donde la categoría del testimonio necesita ser comprendida en toda su hondura. El rector de la Universidad Eclesiástica san Dámaso de Madrid, Javier Prades, le ha dedicado un reciente y apasionante ensayo titulado Dar testimonio. La presencia de los cristianos en la sociedad plural (Madrid, BAC 2015). En él, tras un análisis histórico y teórico de la categoría de testimonio y su valor epistemológico, concluye exponiendo cómo el testimonio es “comunicación de la verdad divina”. Se apoya en la expresión paulina del “culto razonable” (Rm 12, 1) para explicar que el testimonio es la vida de los cristianos que dan culto a Dios en el mundo y en la historia: es la entrega de uno mismo incluso hasta el martirio, es la entrega, la donación de uno mismo a los demás. Al hacerlo, dice Prades, los cristianos arrojan sobre la realidad una mirada nueva, lo que les permite cambiar y mejorar el mundo. No se mejora el mundo haciendo lo mismo que hace el mundo, sino llevando hasta él acciones nuevas que solo son posibles desde la conversión del corazón:

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