Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868

114 los religiosos para abandonar sus órdenes. En Santo Domingo, la cesión a la Francia revolucionaria de la parte española de la isla por el Tratado de Basilea de 1795 forzó a los franciscanos a emigrar. En Venezuela, la Revolución de la Independencia dispersó a los frailes y desarticuló su obra. En Puerto Rico fue la desamortización de los bienes de los religiosos en 1821 lo que cerró el convento franciscano de la Capital y desperdigó a los frailes. Entre 1795 y 1822, la provincia de la Santa Cruz quedó deshecha. Aunque en Puerto Rico se derogó la desamortización en 1824, y en 1829 se contempló convocar el capítulo de la provincia en la Capital, de poco sirvió a los frailes franciscanos, pues otra ley de desamortización se volvió a promulgar en 1837 y por muchas décadas la orden desapareció del panorama religioso de la isla. Esta ponencia, en vez de hacer la crónica de las vicisitudes de la institución, busca trazar la trayectoria de vida de cinco de los franciscanos activos en Puerto Rico en el período revolucionario atlántico. Estos cinco son Marcelino Reigada, Florencio Navarro, Juan Antonio Montbrun, José Antonio Bonilla y Ángel de la Concepción Vázquez. marcelino reigada Según Antonio Cuesta Mendoza, Marcelino Reigada nació en la isla de Puerto Rico hacia 1753, hijo del alférez español Francisco Reigada y de la criolla Justa Carmona. Ingresó en el convento franciscano de Santo Domingo en 1777, hizo allí sus estudios, y en 1785 obtuvo por oposición una cátedra de artes liberales en el Convento de Puerto Rico. En 1787 ganó una cátedra de filosofía por oposición fuera de la Isla, y para 1791 regresó aquí como lector en la cátedra llamada de vísperas, porque se ejercía por las tardes. De ahí pasó a la cátedra matutina de prima y a la posición de regente de estudios, es decir cabeza de la facultad. Ese mismo puesto lo ejerció en Venezuela en 1796-97, cuando obtuvo la llamada jubilación de los doce años de enseñanza y fue nombrado superior del convento de Cumaná. En 1801 regresó a Puerto Rico como comisario de la orden tercera, puesto que ejerció hasta 1804 cuando se le nombró definidor, o sea consultor, del superior de la provincia. En julio de 1807 fue nombrado guardián, es decir superior, del convento de Puerto Rico, pero tuvo gran dificultad para regresar a la Isla por la escasez de barcos transitando de Caracas a Puerto Rico (Gómez Canedo, Provincia Franciscana III, 365). No asistió a la congregación provincial en Caracas en 1809 aduciendo motivos de salud. En 1811, cuando el gobernador Salvador Meléndez solicitó la salida de un grupo de franciscanos de la Capital, incluyendo al guardián del convento de Puerto Rico, fray Juan Crisóstomo Rodríguez Carrera, el Comisario General de Indias de la Orden, desde Cádiz, ordenó que Marcelino Reigada asumiera el puesto de prelado superior de los conventos de Puerto Rico, Maracaibo, Coro “y otros cualesquiera que hayan jurado la debida obediencia a las Cortes y Supremo Consejo de Regencia. Inmediatamente que Vuestra Paternidad reciba tomará posesión del empleo, y se hará cargo del Convento de Puerto Rico” Rvdo. P. Dr. Fernando Picó Bauermeister

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