Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868

186 ejemplos de otras ciudades y regiones europeas, principalmente de Francia, Italia y Austria. Su intención de despejar cualquier duda sobre la conveniencia de la norma pautada refleja la resistencia que suscitó, sobre todo entre eclesiásticos y personas de la nobleza y alta burguesía en quienes había recaído principalmente el privilegio de ser enterrados en las iglesias o sus inmediaciones. El Informe es revelador, sobre todo porque recoge las contradicciones de una larga controversia que antecedió por siglos a la Ilustración. La palabra cementerio es voz de origen griego (koimeterion) que quiere decir “dormitorio”. Responde a la creencia de que en ellos duermen los difuntos en espera de la resurrección universal. 3 En los inicios del cristianismo, los hebreos, griegos y romanos estaban obligados, por dogmas religiosos y civiles, a practicar los enterramientos fuera de los poblados, en lugares abiertos, bien ventilados, consagrados y señalados para este fin. No hubo en aquellos primeros tiempos disposiciones de tipo alguno para enterrar en las iglesias. Apenas se excluía de la norma a personas recomendadas por mérito o dignidad, pero no consta que esta prerrogativa se extendiera al pueblo. Los cristianos eran sepultados según las leyes del común, aunque celebraban ceremonias fúnebres afines a sus creencias. Así, los apóstoles Pedro y Pablo, fueron enterrados originalmente, el primero en la Vía Triunfal y el segundo en la Vía Ostiense. 4 Tal costumbre no impedía que los varones insignes distinguieran sus tumbas con capillas y altares en los alrededores. 5 Los campos santos gozaban de los mismos fueros, privilegios y prerrogativas que las iglesias. Se prohibía envilecerlos o comportarse en ellos de manera impropia. De ser profanados, necesitaban expiación o reconciliación mediante la bendición. De igual manera, eran territorio prohibido para los excomulgados. 6 En Roma, durante las persecuciones de los cristianos, las catacumbas fueron los lugares más seguros para evitar la profanación de los cadáveres. En ellas se apartaron lugares para los mártires y los que morían en olor de santidad, reservándose con exclusividad para no confundir sus reliquias. En los períodos en que arreciaron las persecuciones algunos cristianos ricos ofrecieron tierras en la cercanía de la ciudad para los enterramientos, origen entre otros del conocido cementerio de Priscila. En ellos construían altares y capillas para las ceremonias y ritos funerarios. 7 Cuando cesaron las persecuciones comenzaron a trasladar los restos de los mártires a los templos, con lo que se generalizó el deseo de ubicar los sepulcros al interior de las poblaciones, unos para descansar cerca de los mártires y otros para ganar indulgencias para la vida eterna. Al principio la práctica se permitió sólo a 3 Ibid ., pp. III-IV, nota al calce. 4 Los romanos construían los cementerios cercanos a las vías públicas para recordar al transeúnte su mortalidad. Ibid ., p.97. 5 Ibid ., pp.3-8. 6 Ibid ., pp. LIII-LIV. 7 Ibid ., pp.9-12. Dra. María de los Ángeles Castro Arroyo

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