Creer y actuar para renacer

26 actas del sexto congreso católicos y vida pública sermón o plática en mitad de un campo real como si fuera graduado de la Universidad de París” 5 . Siguiendo esta asociación entre predicador y caballero andante resulta curioso comprobar que los dos protagonistas del Quijote se tildan, recíprocamente, de teólogos o de hombres versados en teología, precisamente por sus habilidades para la predicación. Así sucede en el pasaje en el que Sancho Panza diserta sobre la muerte en unos “terminos rusticos” que llaman la atencion a su amo, y que destaca con cierta sorna sus dotes para “tomar un púlpito en la mano e irte por ese mundo predicando lindezas”, a lo que el escudero responde: “Bien predica quien bien vive, y yo no se otras teologías” 6 . Por otro lado, la arenga que D. Quijote dirige a los vecinos del pueblo del rebuzno para disuadirlos de una pelea con sus burladores esta concebida como un sermón acerca del mandato cristiano del amor al prójimo. En esta ocasión, es Sancho el que devuelve el cumplido al Caballero de la Triste Figura: “El diablo me lleve si este mi amo no es teólogo, y si no lo es, que lo parece como un guevo a otro guevo” 7 . Un tercer pasaje acaecido en la casa del caballero del verde gabán, Diego de Miranda, vendría a redondear estas consideraciones, cuando don Quijote explica en que consiste la ciencia de la caballería andante: “Es una ciencia que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo”, de modo que quien la profese ha de ser jurisconsulto, médico y herbolario, astrólogo, matemático, “ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales”, “ha de saber nadar y herrar un caballo”, “ha de guardar la fe a Dios y a su dama”, y también –había dicho un poco antes– “ha de ser teólogo, para saber dar razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adonde que le fuera pedido” 8 . Ahora bien, es claro que ni don Quijote ni Sancho son teólogos. Tampoco lo eraMiguel de Cervantes, que tantas veces y de tantasmaneras 5 Ibid., Lib. II, cap. XX, 873. 6 Ibid., Lib II, cap. XX, 873. 7 Ibid., cap. XXVII, 940. 8 Ibid., cap. XXVIII, 844-845.

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