Cristianos en salida, santos del presente

66 actas del vii congreso católicos y vida pública historia, fueron confirmadas como radicalmente injustas e indebidas: la economía el gobierno las leyes las iglesias el sistema educativo la comunidad en general En otras palabras, estoy afirmando que el hecho de que en P.R. (y en el mundo) haya personas sin hogar es síntoma de una situación de injusticia que nos debe retar a buscar nuevas formas que aseguren un lugar físico y de acogida para todo ser humano. La única manera de combatir la exclusión es siendo inclusivos y reconociendo que es juntos y en la riqueza de la diversidad que encontramos soluciones. Necesitamos el compromiso de cada uno en la construcción de pueblos y ciudades inclusivos que promuevan una mejor calidad de vida para todos. La Constitución de Puerto Rico afirma que somos un pueblo en el cual todos somos partes dignas, sin excluir a nadie. Exclusión-inclusión se evidencian en la posibilidad de participación y acceso a vivienda, servicios de salud, ingreso, educación, recreación y derechos-deberes. De hecho, nuestra Constitución incluye la igualdad a pesar de diferencias de condición social y diversidad que otras constituciones todavía no han incluido. Debemos planificar para que todos podamos ocupar nuestro lugar como personas dignas de nuestra comunidad, entendiendo y atendiendo las causas sociopolíticas por las cuales tenemos personas sin hogar: desintegración familiar por violencia doméstica, divorcio; alto nivel de pobreza; alto nivel de desempleo, dificultad para conseguir trabajo (especialmente si no tienes vivienda); menosprecio por el “autoempleo” en esquinas, cuidando/lavando carros; alto porcentaje de deserción escolar; requerimiento de equivalencia de cuarto año para educación vocacional; salarios muy bajos que no permiten mantener un hogar; falta de vivienda adecuada y accesible para personas de muy bajos ingresos; poca vivienda para alquilar (especialmente en áreas cerca del trabajo); sistemas para vivienda y trabajo que requieren certificado de buena conducta; personas con necesidades especiales por edad y/o condición