Cristianos en salida, santos del presente

79 cristianos en salida, santos del presente espléndidamente y ofrecía banquetes todos los días, Dios “había preparado” una periferia para que se salvase, para que se convirtiese en un hombre, uno que supiese mirar con los dos ojos. Una periferia que él mismo, con su egoísmo, había provocado, porque detrás de toda riqueza se anida, normalmente, un creador de periferias. Pero nada, ni lo veía. Hasta los perros tenían percepción de este pobre hombre y le lamían las heridas. Pero este hombre rico no veía nada. No podía ver. Estaba ocupado infantilmente en el cuidado de sus cosas, de su centro. No existía otra realidad sino su centro. Es un pobre hombre, más pobre aún que el pobre Lázaro, que él mismo ha creado con su avidez de dinero. No quiere ver. Ha decidido que su vida será esta realidad ciclópica: un solo ojo. Y de esta manera es ciego, profundamente ciego. Este hombre rico muere y va al Hades. Desde allí tiene este diálogo con Abrahán, el padre de la fe. ¿Quién es Abrahán?: no es el más listo de la clase, es un hombre frustrado, sin hijos, sin tierra, anciano, un auténtico fracasado que oye una voz que lo invita a fiarse, a ponerse en camino para convertirse en un Hombre con mayúscula: un camino para llegar a una meta. Será un camino lleno de dificultades, donde tendrá que equivocarse (historia de Agar e Ismael) tendrá que aprender a tomar la decisión más importante de la vida: ser Hombres y Mujeres adultos y no personas que estén siempre quejándose porque la realidad no es como piensan y sueñan. Este hombre rico, en ese momento, adquiere la vista y ve las cosas como son. Ve al pobre Lázaro en el seno de Abrahán y se queda de piedra y piensa en sus parientes y amigos que se encuentran todavía en sus negocios. Tarde. Y además inútil: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque un muerto resucite . Porque adquirir este ojo, la decisión de iniciar ese camino que nos hace hombres adultos, depende mucho de nosotros. La vida cristiana, la vida, consiste en tener este discernimiento, en ver las cosas como las ve Dios. «La Caridad consiste en ver a las personas como las ve Dios». Y ¿cómo ve Dios a este hombre rico? Como ve a todo hombre: esclavo de esta realidad de la que ya se ha hablado. El papa Benedicto, en la Encíclica Deus Caritas Est definía esta realidad como el corazón que ve , refiriéndose a la formación de aquellos

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