El desafío de una educación solidaria

122 actas del viii congreso católicos y vida pública De acuerdo con estas enseñanzas de san Pablo, la vida mística consiste en abrirnos a conocer este don de Dios, asumirlo en un proceso creciente y vivirlo en la vida ordinaria. Sabiendo que la construcción de esta «morada de Dios en el Espíritu» es obra de Dios que está siempre trabajando en el interior de su criatura humana (Jn 5, 17). Pero que, en su obrar, nunca prescinde ni de la voluntad ni de la libertad humana y que, por consiguiente, se da ordenadamente, con suavidad y al ritmo de la persona 6 . Con esta luz sobre la visión bíblica de la experiencia mística, podemos acercarnos al proceso seguido por Dios para entrarnos cada día más en comunión con Él. dios es el educador y guía constante de su pueblo No podemos olvidar, por tanto, que dentro del gran contexto de la historia de la salvación, la comunidad creyente tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento siempre tuvo una conciencia explícita o implícita de que el verdadero educador de su pueblo es Dios. El libro del Deuteronomio no se cansa de recordar al pueblo que «Dios te llevaba cómo un hombre lleva a su hijo a todo lo largo del camino que has recorrido…» (Dt 1, 31), o cómo lo evoca poéticamente el profeta Oseas: «Cuando Israel era niño yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo…yo enseñé a Efraím a caminar tomándole en mis brazos… los atraía con lazos de amor y era para ellos como quien alza a un niño contra su mejilla» (Os 11, 1-6). La base y fundamento de esta memoria tan presente en el pueblo es la experiencia de un amor gratuito, perenne y fiel, que ha decidido unirse a su criatura humana «simplemente por el amor que os tiene» (Dt 7, 8). Un amor tan gratuito e inquebrantable que no fue revocado ni por el pecado personal, ni por la infidelidad a la Alianza, ni por la ingratitud o la rebeldía, ni por ningún rechazo personal o colectivo del ser humano. Tal es la experiencia del pueblo que Jeremías la resume en una frase altamente consoladora: «Con amor eterno te he amado; por eso he reservado gracia para ti» (Jr 31, 3). De ahí que desde antiguo, y por siempre, la caracterización de Dios como el que siempre toma la iniciativa (nos primerea , como dice el papa Francisco) en el proceso educativo de su pueblo tenga unas constantes que 6 San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo , libro II, 17, 1.

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