El desafío de una educación solidaria

18 actas del viii congreso católicos y vida pública Vayamos a ello: Gregorio Luri en el prólogo al libro del historiador de la pedagogía francés, Jean de Viguerie, nos recordaba que ya en 1934, sorprendámonos por la fecha, William Chandler Bagley decía que: Si deseas ser aplaudido en una conversación educativa, utiliza tópicos sentimentales sobre los sagrados derechos del niño, resaltando especialmente su derecho a conquistar la felicidad por medio de la libertad. Es probable que te ganes un aplauso extra si te lamentas de la crueldad de los exámenes y los deberes, mientras condenas de manera elocuente alguno de los estereotipos favoritos del abuso infantil, como el latín, las matemáticas (la geometría, especialmente), la gramática, el currículum tradicional, la compartimentación del saber por materias que han de ser memorizadas, la disciplina y cosas semejantes. Abordar críticamente el buenismo pedagógico subyacente a no pocos de los métodos educativos en boga nos ayudará a entender mejor la propuesta pedagógica del papa Francisco para ver cuál es la diferencia entre una y otra. En este sentido, no puede olvidarse el libro Francois- Xavier Bellamy, “Los desheredados. Porque es urgente transmitir la cultura”. El historiador francés Jean de Viguerie alerta de la “novolatría”. La “pedagogía utopista” es un modelo que parece no querer saber nada de la inteligencia, ni del saber, ni de la memoria. Trata al niño como un objeto moldeable y manipulable que lo minusvalora. Una utopía que se caracteriza por la negación del intelecto innato, la minusvaloración del saber y la manipulación del niño “socializado”. Una utopía no alejada de la utopía política que tiene como horizontes el rechazo de la realidad dada, la fabricación completa del hombre por sí mismo, la negación de la naturaleza y la exclusión de la familia. Como señala la investigadora Mónica Papazu, “cuando el utopista habla de la alegría, de la felicidad y la generosidad de los súbditos de la ciudad, en realidad está hablando de la felicidad planificada, de la libertad organizada y del altruismo obligatorio”. Pensemos en De pueris instituendis de Erasmo de Rotterdam. Continuemos por Juan Amos Comenio y de los pedagogos franceses de finales del siglo XVII, Pierre Nicole y Bernard Lamy. Como no podía

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