El desafío de una educación solidaria

49 el desafío de una educación solidaria modificaciones en los hábitos de vida demodo queminimicemos, mitiguemos el daño que se le ha hecho a la naturaleza… y al prójimo también, porque el prójimo también es parte de la naturaleza. Y, obviamente, intentar buscar la forma de reponer el daño ya causado. 5. Por último, una vez se haya pasado por todo ese proceso, estaremos preparados para educar en la conciencia ecológica. Esto es así porque no podemos dar lo que no tenemos. Si usted no se prepara en un área, cómo va a explicar los problemas existentes. Estos son los cinco pasos que deberíamos llevar a cabo para poder educar en la conciencia ecológica. Dice el papa Francisco que la conversión ecológica supone diversas actitudes que se conjugan para movilizar un cuidado generoso y lleno de ternura. Dice también que la gratitud debe ser la primera: reconocer el mundo como un don recibido del amor del Padre que, a su vez, genera la actitud de renuncia al mal uso y al abuso de la naturaleza. Entre todas las meditaciones que hice preparándome para esta presentación pensaba que, en cierto modo, el ser humano tiene como esa cosquillita de la que hablaba el compañero de querer ser dios, querer hacer muchas cosas. Quiere mandar, quiere tener ese poder. Entonces pensemos, en cierto modo, nuestro Padre celestial nos da la naturaleza y como decía aquel pasaje, nos la dió para que la domináramos, para que tuviéramos control sobre ella, o sea que nosotros podemos actuar como si fuéramos dioses sobre la naturaleza. Sin embargo, es su decisión cómo usted vaya a actuar. Usted puede actuar como nuestro Padre celestial, todo bondadoso que cuida de nosotros, que nos guía. O puede actuar como el maligno, abusando de la madre tierra. Esa es su decisión. Cómo usted quiere ejercer su papel de dios, con letra minúscula, sobre la naturaleza. Nos dieron esa oportunidad de decidir cuál práctica tendremos. Otra de las actitudes, amorosa conciencia, que significa no estar desconectado de los demás seres vivientes, de formar, con los demás seres del universo, una preciosa comunión universal (todo está conectado). Ahí tenemos lo del padre Ignacio Larrañaga, porque él establece unas relaciones muy bonitas con respecto a esto. Es decir, todo árbol, todo animal, todo es creación de Dios, pero no son dioses, o sea, la hoja, las plantas, no son dioses. Sin embargo, de una forma u otra, al haber sido

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