El desafío de una educación solidaria

52 actas del viii congreso católicos y vida pública que mató todos los cítricos. A mí me encantaba la madera, porque siendo ingeniero civil pues hay que trabajar en algo. Decidí combinar la ingeniería con la agricultura, así que me puse a sembrar árboles maderables, y sembramos varias cuerdas de ellos, pero siempre me ha encantado el chocolate. Entonces, para el 2012 se da este proyecto con Cortes y decidimos unirnos porque esto nos daba la oportunidad de hacer algo que nos gustaba y nos entretuviera cuando me jubilara y además, nos daría una ganancia adicional. Así que nos pusimos entonces a trabajar con el cacao y el proyecto iba fantásticamente bien y se presentó María. El huracán fue miércoles, así que el martes fui con uno de mis hijos a la finca a cerrar bien la casa porque y entonces, un poco antes de salir, fui a la pieza de cacao principal, me arrodillé a orarle al Señor y le pedí que enviara sus ángeles custodios y cuidaran de esa pieza. Yo no podía hacer nada por ella, venía el huracán por ahí. El huracán llegó miércoles, al domingo siguiente hice todo lo posible por llegar a la finca, desde Mayagüez hasta Maricao y faltando como 1km para llegar a la finca, tuvimos que dejar el carro porque había un derrumbe enorme. Así que seguí caminando por la carretera, cortando árboles para poder llegar. Finalmente llegué, la casa no se había caído, de hecho, la construyó mi padre que era excelente ingeniero. Entonces, en el camino voy viendo cómo en la finca se ve todo quemado, quemado totalmente. Nunca en mi vida había visto algo así, pero cuando llegué a la pieza de cacao, aunque se habían caído varios árboles de sombra, los árboles de cacao estaban verdes, así como están esos que están viendo ahora. Era realmente impresionante. Obviamente puedo buscar una explicación física para eso. La pieza está en una loma, el viento principal vino por la parte de atrás de la loma y se fue por encima de la pieza de cacao; no le dio directamente a la pieza. Pero se suponía que viniera una virazón también, y por qué el resto de la finca estaba quemada y esa pieza no. Recuerdo que al poco tiempo vinieron los de chocolate Cortés. Estaban viendo todas las fincas, porque era un proyecto de chocolate Cortés con unos 10 agricultores. Ellos habían visto prácticamente todas las piezas de cacao y cuando llegaron a la mía se quedaron sorprendidos y me dijeron: “¿Y qué es esto? ¿Aquí no pasó el huracán? A ti no te paso nada. Si vieras lo que les ha pasado a otros, como esto los arrasó, les llevó los árboles completos. Y los tuyos no solamente están ahí, están verdes, no perdieron ni las hojas”. Claramente

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