El desafío de una educación solidaria

51 el desafío de una educación solidaria apagada. Cuando fui a entrar, como yo era un niño, me dio miedo. Así que volví donde ella y me preguntó si le había traído lo que me había pedido. Cuando le dije que me había dado miedo porque estaba oscuro, me agarró de la mano, entramos a la sala, caminamos por toda la sala a oscuras y después que caminamos por toda la sala, entonces encendió la luz. De hecho, antes de encender la luz, mientras caminábamos pude empezar a ver las cosas en la oscuridad. Entonces encendió la luz y me dijo “Te das cuenta de que hay exactamente lo mismo con luz o sin luz, es exactamente lo mismo.” Eso me hizo perder el miedo a la oscuridad. Ahora, cuando siento miedo por otras cosas, empiezo a orar, pero en voz fuerte. Padre nuestro que estás en el cielo y mientras más miedo tengo, más alto voy a estar rezando. Como les dije, yo soy el séptimo de siete hijos, pero mi hermano, el sexto, me lleva tres años y eso quiere decir que mientras él estaba en la escuela yo estuve tres años con mi mamá solita para mí, y eso hizo que hubiera mucha intimidad entre ella y yo. Se pasaba enseñándome cosas, a mondar papas, a coser y todo tipo de cosas aprendí con ella. Pero algo más marcó mi vida también. Por eso digo que nuestro Padre celestial nos ha cuidado muchísimo, cuando me fui a graduar de la escuela superior saben que se hace un “Senior Prom”. Se suponía que fuéramos los varones caminando con nuestra madre y alguien estaría hablando de cada uno de nosotros. Éramos como 100 en la clase y una compañera era la encargada de escribir qué se iba a decir de cada uno de nosotros. Me preguntó qué iba a ser cuando fuera grande. Yo tendría 17 años y contesté “Quiero tener una familia que sea modelo para la comunidad donde yo viva.” En mi vida yo había pensado una cosa así. Se suponía que yo dijera que quería ser médico, que quería ser ingeniero, que quería ser abogado, lo que fuera. Pero eso fue lo que le dije y como nunca había pensado sobre eso, he estado convencido toda mi vida de que esas fueron palabras que el Espíritu Santo puso en mi boca. Y esas palabras del Espíritu Santo han dirigido mi vida personal y profesional. Quiero compartirles algo más. Esto que está aquí es una pieza de cacao. Todos esos arbolitos que ustedes ven aquí son árboles de cacao. Ese es un proyecto que comenzamos mi esposa y yo hace varios años, pues tenemos una finca que mi padre compró el Día de la Candelaria, el 2 de febrero de 1953. Y decidió donárnosla a mi esposa y a mí. Inicialmente decidí continuar con la siembra de china, pero a la china le dio un virus

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