Cuba y Puerto Rico: Encuentro Pionero

115 la educación en la revolución cubana nuestro país se ha logrado mediante una gran batalla’’ Castro F. (1961). La educación de adultos tiene una larga trayectoria en Cuba. Comenzó con las luchas mambisas e insurreccionales en las que grandes maestros cubanos hicieron esfuerzos por elevar la instrucción y la educación del pueblo. Son conocidas las diferentes labores realizadas en este campo, tanto por hombres como Rafael Morales (Moralitos), como por el Ejército Rebelde en el Segundo Frente Frank País, en las zonas liberadas, o por el Concilio de Iglesias Evangélicas, con el reverendo Cevallos, además de las que llevó a cabo la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental (CNAEF), inmediatamente que triunfó la Revolución en 1959. Sin embargo, fue hasta 1961, con la Gran Campaña de Alfabetización, que este proceso tomó dimensiones mayores y logró abarcar a toda la población: aproximadamente siete millones de personas, de las que 23.6% eran analfabetas y de ellas 47% habitaban en zonas rurales, afectando mayormente a las mujeres. A este dramático hecho se sumaba el que 50% de la población infantil no asistía a la escuela. Gutiérrez, (2004). A la campaña alfabetizadora se le conoció como: la Gran Campaña de Alfabetización. Entre 1959 y 1960 se crearon más de 15 mil aulas primarias, con énfasis en el sector rural, lo que permitió llevar la educación hasta el último rincón del país. El éxito de esa campaña fue tan intensa que en la actualidad Cuba tiene un 100% de escolarización de niños entre las edades de 6 a 12 años. Además, creó las bases en la formación de un gran número de profesionales de la educación. Cada maestro que se formaba iba llevando a cabo funciones de coordinación y orientación del proceso en cada barrio. Al mismo tiempo se generaban leyes revolucionarias, como la Ley de Reforma Agraria, y se reorientaban las estructuras económicas. Así se crearon las cooperativas agropecuarias y pesqueras, y con la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), los campesinos empezaron a recibir créditos y otro tipo de ayudas para atender la tierra. Con estas transformaciones ocurre un hecho sumamente importante: el hombre de campo, que prácticamente estaba excluido de la sociedad y de todo progreso, comenzó a dirigir su destino. Esto le resultó en una gran motivación, pues comenzó a ocupar importantes responsabilidades en la comunidad, por lo que tuvo la necesidad de aprender, de conocer de leyes, de llevar las finanzas de su organización y las de su vida en particular. Estas transformaciones, que llegaron tanto a zonas rurales

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