De los desafíos a la esperanza: propuestas de la PUCPR para una nueva gobernanza

41 de los desafíos a la esperanza: propuestas de la pucpr para una nueva gobernanza la compra de alimentos (38%); medicamentos (16.1%) y materiales educativos para sus hijos (20.5%). (https://juventudpr.org ) El huracán María evidenció que el hambre en Puerto Rico es real. Por otro lado, la pérdida de empleos en el sector privado, como consecuencia de la pandemia actual, ha incrementado sustancialmente la cantidad de personas que necesitan ayuda para satisfacer sus necesidades más básicas. El poder del coronavirus para impactar severamente las vidas de la gente depende, en gran medida, del ingreso que estos reciban. Aquellos con menos recursos financieros tienen menos opciones cuando se enfrentan, por ejemplo, al cierre de escuelas, de negocios, entre otros. En tiempos de desastres naturales y emergencias a gran escala, las familias de bajos ingresos que ya viven con presupuestos apretados, con deudas vencidas y exigibles, vivienda y empleo inestables y pobre salud, tienen la mayor carga del dolor. Para muchas familias, tener comida gratuita no hace la diferencia entre que sus hijos coman o no coman. Más bien, dicen que lo ven como una forma de estirar un poco el peso, de tal manera que lo que hubiesen tenido que gastar en comida ese día pudieran utilizarlo para pagar la comida del día siguiente. Viven día a día. (“Coronavirus y pobreza”, https://www.nytimes.com ) Las familias con niños o adultos mayores y personas con condiciones crónicas, que vivan bajo el nivel de pobreza, figuran entre los grupos más vulnerables de desarrollar complicaciones en caso de infección con COVID-19. Con los toques de queda y el cierre parcial de comercios, muchas familias se han quedado sin dinero. Los salarios dejaron de llegar o se redujeron y los que reciben dinero del Programa de Asistencia Nutricional (PAN) deben hacerlo rendir más de lo usual. Ese es el caso de una sanjuanera que cuida a sus nietos, de dos y cinco años, mientras su hija y yerno trabajan a medio tiempo, aunque menos horas que antes, y se han encontrado en la difícil situación de restringir las meriendas de los niños. En cierto sentido, y como ha señalado la presidenta del Colegio de Profesionales del Trabajo Social: La cantidad de personas que necesitan alimentos es producto de falta de una política pública que tome en cuenta las necesidades sociales y económicas de las personas al decretar el toque de queda

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