Koinonia | 2005-2006

Paul Ricoeur: una lectura de la condición del hombre contemporáneo 106 cuando no necesita que le acompañen para caminar. Entonces, ¿qué quiero decir? En Ricoeur hay una concepción de la ética eminentemente ilustrada frente a la posición puritana de la ética, de “no hagas esto, no hagas lo otro”, una educación vinculada al mandato y a la prohibición; mientras en Ricoeur hay una posición vinculada a la responsabilidad frente a ti mismo y sus fines. Se podrá decir en el día de hoy que ha caído la razón, que ha caído la conciencia, que ha caído el concepto de Estado, el concepto de Dios y que han desaparecido todas las grandes referencias, los grandes relatos. Bien, pero lo que no ha desparecido es el ser humano, su biografía y su responsabilidad de sí mismo. Esa responsabilidad frente a sí mismo como el reducto o como la referencia más primitiva de la ética. A partir de ahí viene clara toda la confusión en la vida política y en la vida social. El elemento fundamental está ya implícito en el cumplimiento de las promesas, en la estructura ética del mundo de las personas: es el respeto. El respeto, en un sentido kantiano, ¿qué quiere decir? Que hay que tomar a los demás siempre como fines y no como medios, yo no puedo usar, menos abusar de nadie, tomándolo como un medio para mis fines. Porque el otro es un fin en sí mismo. Por tanto lo ético es contribuir a construir una sociedad en la que yo respeto a los demás como fines en sí mismos. La libertad no es un ámbito, como dicen nuestros políticos, donde mi libertad llega donde comienza la libertad del otro. No. Ese es un concepto anarco-liberal: no lo dice Ricoeur, lo digo yo. Con círculos tangentes no se podría hacer una sociedad. La sociedad es una confluencia de círculos secantes, interferimos todos con todos en todas horas. Pero, ¿cuál es el elemento que regula la interferencia? El respeto . El respeto, en el sentido kantiano, es “obra de tal modo -- lo formulo de acuerdo a la segunda formulación del imperativo—que tomes siempre la persona humana como fin y nunca como medio”. Esa formulación kantiana se completa con lo que yo llamo la inspiración hegeliana de Ricoeur : eso no lo podemos hacer aislados, hay que partir de otra palabra clave. Si en Kant esa palabra es el respeto , en Hegel es el reconocimiento . El reconocimiento, que es tratar a los demás como fines en sí mismos, reconociéndoles como son con sus virtudes y sus defectos (Kant deja un poco que el respeto se base sólo en la categoría racional del otro, de los otros). Yo, como quiera, debo tomarlos como fines, pero reconociéndolos comos son. De tal manera que la obra política, la obra social es esta convivencia a través del respeto reconocido, entendiendo que la obra

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