Koinonia | 2005-2006

El Infinito presente en la tragedia de Nueva Orleáns 136 se han quedado sin hogar, por los enfermos, los niños, los ancianos; bendigo a todos los que se han implicado en los difíciles trabajos de auxilio y de reconstrucción. He encargado al presidente del Consejo Pontificio Cor Unum , el Arzobispo Paul Josef Cordes, que haga llegar a la población afectada el testimonio de mi solidaridad». El dolor como primer sentimiento ante la muerte nace de quien, sin olvidar los problemas sociales, tiene presente ante todo la condición humana. Cuando el hombre es él mismo de verdad y reconoce su sentido religioso sin caer en una ideología, descubre su dependencia original, comprende que no es omnipotente y que está a merced de catástrofes naturales, enfermedades, errores y maldades que él mismo puede provocar, como lamentablemente muestran los saqueos y las violencias posteriores a la catástrofe. Esta percepción concreta del límite hace al hombre consciente de que necesita ser liberado, y de que esto no puede venir de un proyecto solamente humano. Por ello, no es irracional que nuestra tradición nazca del anuncio de Alguien que –al igual que ahora el Papa– no trata de explicar el mal o de encontrar al culpable, sino que reza e invoca al Padre para vencer este mal y devolver la esperanza. Porque ninguno de los que han muerto se ha perdido y el dolor de los que han sobrevivido puede tener un sentido si se vive con dignidad humana y con fe, de tal manera que incluso pueda ser la premisa para un cambio social. Es lo que ya sucedió con quienes fundaron EEUU con un deseo de libertad que nunca se ha apagado a pesar de los errores, y también con los esclavos afro-americanos, que cantaban al Infinito presente en sus cantos espirituales, estableciendo las premisas para una sociedad más justa. Ante esta tragedia, anunciar la esperanza cristiana y el amor a todo hombre, sea cual sea su piel y su raza, supone alimentar el deseo de compartir de verdad, vivir una caridad sincera y reconstruir con mayor justicia social e inteligencia. Es lo que menos se hace, pero lo que más ayuda a empezar de nuevo valorando la positividad americana en su mejor sentido.

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