Koinonia | 2005-2006

El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia 19 urgencia de su coordinación en vistas a un orden económico éticamente orientado al servicio de la persona, sea ya inevitable. 11. Deseo subrayar otro punto en esta reflexión: Tratando el tema del Estado y, en particular, de las relaciones entre Estado y sociedad civil, el Compendio propone el principio de subsidiaridad. Se trata de un principio que tiene una fecha de nacimiento precisa: 1931, con la Quadragesimo anno de Pío XI. El principio de subsidiaridad conoce al día de hoy una extraordinaria fortuna en todos los ámbitos. Se trata de un principio muy importante porque interesa a una cuestión bastante delicada: la relación entre comunidad política y sociedad civil : «A la subsidiaridad entendida en sentido positivo, como ayuda económica, institucional, legislativa, ofrecida a las entidades sociales más pequeñas, corresponde una serie de implicaciones en negativo , que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringiría, de hecho, el espacio vital de las células menores y esenciales de la sociedad. Su iniciativa, libertad y responsabilidad, no deben ser suplantadas» (n.186). No me extiendo en este punto que se trata ampliamente en el n. 187 del Compendio . Me permito sólo llamar su atención sobre cuánto es oportuna, a todos los niveles, la aplicación del principio de subsidiaridad en las políticas familiares. Puntualmente el Compendio afirma: «El reconocimiento, por parte de las instituciones civiles y del Estado, de la prioridad de la familia sobre cualquier otra comunidad y sobre la misma realidad estatal, comporta superar las concepciones meramente individualistas y asumir la dimensión familiar como perspectiva cultural y política, irrenunciable en la consideración de las personas» (n. 254). Conclusiones Quiero finalizar esta presentación del Compendio, poniendo de relieve algunas reflexiones, a manera de conclusión, sobre lo que hasta ahora he dicho. - La doctrina social no es un programa político, social o económico; ésta se propone cultivar y formar las mentes y los corazones de los hombres y las mujeres de nuestro tiempo para que, con libertad y autonomía, se decidan a realizar aquellas opciones sociales, económicas y políticas que sirvan para concretizar el ideal de un humanismo integral y solidario. Y como afirma el Papa Benedicto XVI, en su primera encíclica: «En la difícil situación en la que nos encontramos hoy, a causa también de la globalización de la economía, la doctrina social de la

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