Koinonia | 2005-2006

Es la hora de sacudir la pereza y la somnolencia 29 realidad total del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, a diferencia de otros humanismos que ofrecen una concepción distorsionada y empobrecida del hombre. Y resumía el conferenciante en tres palabras el humanismo cristiano vivido por Juan Pablo II: fe, pensamiento y corazón. Sin duda, la Asunción de María es la glorificación de la síntesis de la fe, del pensamiento y del corazón. Al comenzar el nuevo curso quisiera extender una invitación, particularmente a los profesores y estudiantes, a cultivar los tres elementos: fe, pensamiento y corazón. Pero quisiera urgir o enfatizar, el primero de los elementos, la fe. Estudiar y profundizar la fe. Vivir la fe y desde la fe, como el elemento central y fundamental del ser humano, que enriquece e ilumina el pensamiento y el corazón y a todo el hombre. "Nuestro tiempo, tan rico de medios, se revela dramáticamente pobre de fines, privado de referencias objetivas e interpretaciones globales, agredido por un difundido escepticismo sobre los fundamentos mismos del saber y de la ética. El hombre tiende a preferir horizontes restringidos y ayudas temporales. En esta concepción relativista, en una concepción que exalta de modo absoluto lo individual y no lo dispone a la solidaridad, existe el riesgo de que la libertad se transforme en árbitro de los más fuertes contra los más débiles, contradiciéndose a sí misma: "la libertad reniega de sí misma, se autodestruye y se dispone a la eliminación del otro cuando no reconoce ni respeta su vínculo constitutivo con la verdad". Al citar estas palabras que he copiado de un documento de la Congregación para la Educación Católica, me parece estar leyendo a Juan Pablo II en su libro Memoria e Identidad :"La última modernidad, ha iniciado un nuevo proceso de desencanto, el de la visión cientificista del mundo, que a diferencia de lo pronosticado, no aparece como un éxito y potenciamiento de la razón, sino como derrota y repliegue". "Con su alta cualidad humanista, la fe cristiana (por el contrario), supone una referencia y una presencia eficaz al servicio de todos aquellos que dedican a la Universidad sus energías y su pensamiento para formar personalidades robustas de profesionales, investigadores, hombres de cultura, protagonistas de la vida civil y social. La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del hombre. Por ello orienta la inteligencia hacia soluciones plenamente humanas". En esta línea la Universidad afronta tiempos y problemáticas nuevas reencontrándose a sí misma: se vuelve así idealmente a las raíces de la universidad, nacida para conocer y descubrir progresivamente la

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