Koinonia | 2005-2006

Paul Ricoeur: una lectura de la condición del hombre contemporáneo 94 Ricoeur, como se ha citado en la presentación de esta conferencia, fue un hombre que reflexionó profundamente sobre la condición humana. Eso fue lo que lo inquietó; lo que ha argumentado es lo que somos como seres humanos. Ustedes me van a permitir que, dado que muchos de ustedes no son de filosofía, haga poca referencia, o ninguna, a los filósofos. Pero un nombre es necesario recordar: Emmanuel Kant. Cuando se pregunta en qué consiste la filosofía, Kant contesta que la filosofía consiste, esencialmente, en aproximarse a tres preguntas fundamentales, y a una cuarta que luego solucionaría las tres anteriores: qué podemos pensar (naturalmente todo el campo de la filosofía recubre esa inquietud); qué debemos hacer (es la otra preocupación práctica, el hacer) y en tercer lugar, qué nos cabe esperar, cosa que no está ni en el conocer ni en el hacer, sino que se trata de lo que se espera, de las expectativas que naturalmente pueden ser de muchos géneros, son las esperanzas y expectativas en las que el ser humano se implica durante toda su biografía. Y dice Kant, en la Crítica de la razón pura , que estas preguntas podrían ser absolutamente contestadas si supiéramos contestar a una cuarta pregunta, que es de orden trascendental: ¿qué es el ser humano? ¿Qué es el hombre? Si supiéramos qué es el hombre, pues claro ya sabríamos qué podemos pensar, qué debemos hacer y qué nos cabe esperar; pero el problema es saber qué es el hombre, qué es el ser humano. Y esa es la pregunta que no creo que ni ustedes ni yo sepamos todavía contestar, porque somos un pozo sin fondo, seres individuales y seres que sintetizan una naturaleza humana, en la forma en que quiera entenderse. Indiscutiblemente, si algo desconocemos es nuestra propia intimidad, nuestra propia subjetividad. Entiendo por subjetividad eso que somos como responsables de nuestros pensamientos y de nuestros actos. Si conociéramos ese fondo de nuestra propia subjetividad, lo sabríamos todo. Pero si algo no conocemos es eso; no sabemos, y muchas veces lo constatamos en el lenguaje cotidiano cuando decimos: “Ya no sé qué me pasa. Un día estoy más contento (o más contenta), un día me como el mundo y otro día, pues, me acongojo, me limito, simplemente, a quedarme en un rincón porque mis esperanzas se han reducido simplemente a pasar el día”. Indiscutiblemente ese es el objeto de la filosofía de Paul Ricoeur, una filosofía evidentemente antropológica y en el esquema que les voy a presentar en cuatro puntos, aparece claramente cuál fue su primera preocupación: una filosofía que él llama “filosofía de la voluntad”. No voy a pasar de manera erudita sobre su obra, sino de manera expositiva.

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