Koinonía 2006-2007

Car ta abierta de los matrimonios de Puerto Rico 100 equivocarse grandemente en entender el propósito del matrimonio y la excelencia de su servicio al bien común que le amerita su protección, reglamentación y solemnización. Decir que las uniones de hecho entre quienes gusten, tienen el mismo valor que la unión entre un hombre y una mujer que están dispuestos a unirse para procrear responsablemente, es despreciar el plan de Dios y la dignidad de los seres humanos. Esto abrirá también las puertas para la legalización de la poligamia. Con esta legislación se estaría obligando a la gran mayoría a aceptar como bueno lo que ven como malo, a aceptar como legítimo lo que es contra la naturaleza y el justo orden. La legalización de estas uniones sería inculcada como virtud y forzada sobre todos los miembros de la sociedad que no la comparten a través de la enseñanza pública. Si la intención del Código Civil es asegurar que los ciudadanos que prefieren la unión de hecho al matrimonio religioso o civil, reciban trato igual y justo, el estado de derecho provee alternativas para ello. Por ejemplo, si un individuo tiene un plan de pensiones, éste decide quién o quiénes serán sus beneficiarios. Si el Estado quisiera proveer alternativas adicionales puede hacerlo sin trastocar la célula básica de la sociedad y el plan racional, natural y divino que la sustenta, que es el matrimonio, hogar de la familia sana. Se puede garantizar los principios de igualdad para todas las personas sin alterar o enmendar los postulados que definen el matrimonio y la familia. Por ello y muchas otras razones, como constituyentes, hacemos constar nuestro derecho a expresar lo que ustedes, como representantes nuestros, deben secundar: por el bienestar y la estabilidad de la familia puertorriqueña, NO endosen o voten a favor de los cambios propuestos en el Libro Segundo del Código Civil de Puerto Rico en lo que respecta a la definición de la familia. Al concluir, le acompañamos una cita del entonces Cardenal Ratzinger y ahora Benedicto XVI, dirigida a los católicos en la vida política en la cual les exhorta a salvaguardar y tutelar la familia y el matrimonio: “Cuando la acción política tiene que ver con principios morales que no admiten derogaciones, excepciones o compromiso alguno, es cuando el empeño de los católicos se hace más evidente y cargado de responsabilidad. Ante estas exigencias éticas fundamentales e irrenunciables, en efecto, los creyentes deben saber que está en juego la esencia del orden moral, que concierne al bien integral de la persona…. [debe] ser salvaguardada

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=