Koinonía 2006-2007

Amor: irresistible promesa de felicidad 32 las mujeres; si es joven, siempre, sino, no vale para cura. La vocación de cura no es porque no me gustan las mujeres, sería terrible. No. Dios me ha llamado a un amor que lo supera todo; yo puedo dejar un amor sólo por un amor más alto, más grande; y porque Dios me ha llamado, no por gusto mío. Dios es el que me puede hacer feliz. No sé lo que una mujer me puede dar de felicidad, pero sé que ninguna mujer me puede dar la felicidad, ni todas juntas, porque el que tiene capacidad para eso es Dios. El que no conoce a Dios, nunca jamás podrá llenarse. Entonces, puedo renunciar a un amor por un amor más grande, pero siempre sin disminuir, ni vapulear o desdeñar el amor que el hombre debe tener a la mujer y la mujer al hombre porque eso es sagrado. Benedicto XVI tiene muy claro eso. Sabe lo que le pasa a un muchacho o una muchacha, que cuando oye hablar del amor piensa en el novio o la novia. Entonces el Papa acepta el reto de Friedrich Nietzsche de que la Iglesia ha echado el veneno en el eros , en el amor carnal. Ya que no pudo matarlo lo convirtió en vicio; todo es vicio, todo está prohibido, todo es malo, todo es pecado. Vamos por orden. En el Antiguo Testamento nunca sale esta palabra. El Antiguo Testamento se pone radicalmente en contra de esta sentencia de los griegos porque entiende que cuando el amor se deja llevar por su instinto total y ciego se degrada siempre. La carne siempre emborracha, siempre amanece como el borracho, desengañado, aturdido. La seducción de la carne tiene un embrujamiento tan enorme que uno dice: esta vez va a pasar distinto. Pero siempre es igual, desengaña. Me lo han confesado muchas parejas. El amor erótico no puede ser el signo de un amor totalitario, porque yo soy alma y cuerpo. Esta es la naturaleza del ser humano. No es cuestión de fe o de Iglesia; es un dato de la razón. Soy alma y cuerpo. Por consiguiente, el amor humano, carnal, no puede ser signo de alma y cuerpo porque la carne ofusca el espíritu. Ahora, tampoco el espíritu puede prescindir de la carne, sería inválido el matrimonio. La carne es necesaria, pero insuficiente; y esto es lo que no entendían los griegos. Ninguna religión que no sea la cristiana, lo entiende. Jesucristo nos hace ver las cosas claras, me hace ver lo que yo soy por naturaleza, porque me ha creado a su imagen y semejanza, y yo seré feliz en tanto en cuanto reciba el amor. El amor viene de Dios, sólo de Dios. Esto si que es importante. El amor no nace del hombre. Sólo entonces, si recibo amor yo puedo amar. Yo quiero ser feliz y Él me dice: “yo quiero que tus seas feliz”. En el Cantar de los Cantares hay dos palabras muy curiosas: una para indicar el amor

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