Koinonía 2006-2007

Los Evangelios: ¿un testimonio creíble? 40 manuales, la distancia entre los Evangelios y los hechos que narran es bastante menor que la de Tácito respecto a los hechos que narra de la historia romana en sus Annales . Sin embargo, a pesar de esta cercanía, esto “no pesa” lo suficiente para que se reconozca el carácter histórico que tienen estos Evangelios. Sabemos que para escribir los Evangelios se usaron fuentes. Lucas dice que se sirvió de fuentes, pero también Tácito tuvo que servirse de sus fuentes. Las fuentes de Lucas, como dice en el prólogo, en esos cuatro versículos que son muy ilustrativos, fueron los testigos oculares y ministros de la palabra. Por lo tanto, podríamos decir que los elementos que están en la base de estos Evangelios son de una fiabilidad al mismo nivel del que podemos ver en otros historiadores, como por ejemplo Tácito. Sin embargo, ¿por qué permanece esta sospecha respecto al valor histórico de los Evangelios? La razón principal es, como decía muy bien quien introdujo esta conferencia, lo que estas fuentes transmiten, el contenido, es decir, lo que allí testimonian. Claro, resulta que el personaje del cual hablan tiene la pretensión de situarse en el mundo como la razón de todo, ¡de todo! Hay muchas frases que lo expresan. Les recuerdo una que es de las más conocidas. Él se pone en el mundo diciendo: “yo soy el camino, la verdad y la vida”. El significado de todo depende de ese personaje, pero no sólo eso, sino que Él se introduce en el mundo afirmando que Él es la respuesta a esta expectativa, anhelo, deseo que hay en cualquier corazón humano, hasta el punto de decir que sin Él, el hombre no puede hacer nada: “sin Mí no podéis hacer nada”. Evidentemente, esta pretensión que está afirmada con claridad en los Evangelios, hace que se suscite esta prevención por parte de la crítica histórica moderna. Acerca de Augusto y de Tiberio nadie pone ningún “pero” a pesar de que fueron también considerados divinos, o se les rindió de algún modo un culto divino, el culto al emperador; pero era evidente que no había en ellos esta pretensión en absoluto. En cambio, esta pretensión es evidente en Jesús de Nazaret. El Cristianismo se pone en el mundo reconociendo que este hombre es la clave de interpretación de todo. San Pablo llegará a decir: “la realidad es Cristo”. Es la afirmación de una pretensión tremenda; decir que toda la realidad nace de Él, está hecha por Él y está hecha en función de Él; la realidad es Cristo. Si es así, si esto es lo que afirma el Cristianismo, es muy importante saber si efectivamente esta pretensión divina, esta pretensión de ser igual a Dios, es un dato histórico--como lo ha estado afirmando la Iglesia durante muchos siglos--o lo que tenemos en los Evangelios, es la

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